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Esto es mi cuerpo; Esta es mi sangre

Evangelio del día

Lectura 1
Haré una alianza nueva, y no recordaré sus pecados
Lectura del profeta Jeremías 31,31-34

Mirad que llegan días -oráculo del Señor-
en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá
una alianza nueva.
No como la que hice con vuestros padres,
cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto:
ellos, aunque yo era su Señor,
quebrantaron mi alianza -oráculo del Señor-.
Sino que así será la alianza que haré con ellos,
después de aquellos días -oráculo del Señor-:
Meteré mi ley en su pecho,
la escribiré en sus corazones;
yo seré su Dios
y ellos serán mi pueblo.
Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo,
el otro a su hermano, diciendo:
reconoce al Señor.
Porque todos me conocerán,
desde el pequeño al grande -oráculo del Señor-,
cuando perdone sus crímenes
y no recuerde sus pecados.

Lectura 2
Ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados
Lectura de la carta a los Hebreos 10,11-18

Hermanos:
Cualquier otro sacerdote ejerce su ministerio diariamente ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados.
Pero Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies.
Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados.
Esto nos lo atestigua también el Espíritu Santo. En efecto, después de decir: «Así será la alianza que haré con ellos después de aquellos días», añade el Señor: «Pondré mis leyes en sus corazones y las escribiré en su mente, y no me acordaré ya de sus pecados ni de sus culpas.»
Donde hay perdón, no hay ofrenda por los pecados.

Evangelio
Esto es mi cuerpo; Esta es mi sangre
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 14, 12a.22-25

El primer día de los izamos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, mientras comían, Jesús toma pan y, pronunciando la bendición, lo partid y se lo dio, diciendo:
- Tomad, esto es mi cuerpo.
Después tomó el cáliz, pronúnciala acción de gracias, se lo dio y todos bebieron.
Y les dijo:
- Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. En verdad os digo que no volvería beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios.