Usted está aquí

Éste es el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste

Evangelio de hoy

Lectura 1
Escucha Israel: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón 
Lectura del libro del Deuteronomio 6,2-9 

Habló Moisés al pueblo y le dijo: 
- Teme al Señor tu Dios, guardando todos los mandatos y preceptos que te manda, tú, tus hijos y tus nietos, mientras viváis; así prolongarás tu vida. Escúchalo, Israel, y ponlo por obra para que te vaya bien y crezcas en número. Ya te dijo el Señor Dios de tus padres: «Es una tierra que mana leche y miel». 
Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es solamente uno. Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. 
Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado; las atarás a tu muñeca como un signo, serán en tu frente una señal; las escribirás en las jambas de tu casa y en tus portales.

Salmo
Sal 17, 2-3a. 3bc-4. 47 y 51ab 
R. Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza. 

Yo te amo, Señor, 
tú eres mi fortaleza, Señor, 
mi roca, mi alcázar, mi libertador. 

Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, 
mi fuerza salvadora, mi baluarte. 
Invoco al Señor de mi alabanza, 
y quedo libre de mis enemigos. 

Viva el Señor, bendita sea mi Roca, 
sea ensalzado mi Dios y Salvador; 
tú diste gran victoria a tu rey, 
tuviste misericordia de tu Ungido.

Lectura 2
Como permanece para siempre, tiene el sacerdocio que no pasa 
Lectura de la carta a los Hebreos 7,23-28 

Hermanos: 
Muchos sacerdotes se fueron sucediendo, porque la muerte les impedía permanecer en su cargo. Pero Jesús, como permanece para siempre, tiene el sacerdocio que no pasa; de ahí que pueda salvar definitivamente a los que por medio de él se acercan a Dios, porque vive siempre para interceder en su favor. Y tal convenía que fuese nuestro Pontífice: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y encumbrado sobre el cielo. Él no necesita ofrecer sacrificios cada día -como los sumos sacerdotes, que ofrecían primero por los propios pecados, después por los del pueblo-, porque lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. 
En efecto, la ley hace a los hombres sacerdotes llenos de debilidades. En cambio, las palabras del juramento, posterior a la ley, consagran al Hijo, perfecto para siempre.

Evangelio
Éste es el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste 
Lectura del santo evangelio según san Marcos 12,28b-34 

En aquel tiempo, un letrado se acercó a Jesús y le preguntó: 
- ¿Qué mandamiento es el primero de todos? 
Respondió Jesús: 
- El primero es: «Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser». El segundo es éste: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». No hay mandamiento mayor que éstos. 
El letrado replicó: 
- Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios. 
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: 
- No estás lejos del Reino de Dios. 
Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

Comentario del Papa Francisco
El mes de noviembre está dedicado en particular al recuerdo y a la oración por los difuntos. Rogar por los difuntos es, sobre todo, un signo de reconocimiento por el testimonio que nos han dejado y el bien que han hecho. Es un agradecimiento al Señor por habérnoslos donado y por su amor y su amistad. La Iglesia ruega por los difuntos en modo particular durante la Santa Misa: “Concédeles el lugar del consuelo, de la luz y de la paz” (Canon romano). Un recuerdo simple, eficaz, lleno de significado, porque encomienda a nuestros seres queridos a la misericordia de Dios. Oremos con esperanza cristiana que están con Él en el paraíso, en la espera de encontrarnos juntos en ese misterio de amor que no comprendemos, pero que sabemos que es verdad porque es una promesa que Jesús ha hecho.