Usted está aquí

Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo

Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: 
- Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es aquél de quien yo dije: «Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo». Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel. 
Y Juan dio testimonio diciendo: 
- He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. 
Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: «Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo». 
Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.

Comentario del Papa Francisco

En este segundo domingo, el Evangelio nos presenta la escena del encuentro entre Jesús y Juan el Bautista, a orillas del río Jordán. Quien lo relata es el testigo ocular, Juan evangelista, quien antes de ser discípulo de Jesús era discípulo del Bautista, junto a su hermano Santiago, con Simón y Ándres, todos de Galilea, todos pecadores. El Bautista ve a Jesús que avanza entre la multitud, inspirado desde lo alto, reconoce en Él al enviado de Dios, por ello lo indica con estas palabras: “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Jn 1,29)… El Bautista ve ante sí a un hombre que hace la fila con los pecadores para hacerse bautizar, incluso sin tener necesidad. Un hombre que Dios mandó al mundo como cordero inmolado. En el Nuevo Testamento el término “cordero” se le encuentra en más de una ocasión, y siempre en relación a Jesús. Esta imagen del cordero podría asombrar… ¿Qué significa para la Iglesia, para nosotros, hoy, ser discípulo de Jesús Cordero de Dios? Significa poner en el sitio de la malicia, la inocencia; en el lugar de la fuerza, el amor; en el lugar de la soberbia, la humildad; en el lugar del prestigio, el servicio.