Usted está aquí

Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo

En aquel tiempo, al ver Jesús al gentío subió a la montaña, se sentó y se acercaron sus discípulos, y él se puso a hablar enseñándoles: - Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. 
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. 
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados. 
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. 
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. 
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán «los hijos de Dios». 
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. 
Dichosos vosotros cuando os insulten, y os persigan, y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

Comentario del Papa Francisco

En el Evangelio de hoy, Jesús enseña a sus discípulos y a la gente reunida en la colina cercana al lago de Galilea. “Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”. Podmos preguntarnos, ¿cómo puede ser feliz una persona pobre de corazón, cuyo único tesoro es el reino de los cielos? La razón es precisamente esta: que al tener el corazón despojado y libre de muchas cosas mundanas, esta persona es “esperada” en el reino de los cielos.