En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo:
- ¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa.
Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos, les dijo:
- Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.
Comentario del Papa Francisco
La actitud de los escribas y de los fariseos es la misma: excluye, porque decían: “nosotros somos perfectos, nosotros seguimos la ley. Estos son pecadores, son publicanos”. En cambio la actitud de Jesús es incluir. Hay dos caminos en la vida: el camino de la exclusión de las personas fuera de nuestra comunidad, y el camino de la inclusión. La primera, incluso a nivel limitado, es la raíz de todos las guerras: todas las calamidades, todos los conflictos comienzan con una exclusión. Se excluye de la comunidad internacional, pero también de las familias, entre amigos; ¡cuántos conflictos! En cambio el camino que nos muestra Jesús, y nos enseña Jesús, es todo otra cosa, es lo contrario de la otra: incluir. No es fácil incluir a la gente porque hay resistencia, hay esa actitud selectiva. No juzgar nunca, y decir: es su vida, pero yo no lo excluyo de mi corazón, de mi oración, de mi saludo, de mi sonrisa, y, si tengo ocasión, decirle una palabra bonita. Nunca excluir.