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En el Nuevo Testamento

EN el Nuevo Testamento hay hasta 74 referencias a los ángeles: muy numerosas, por lo tanto, para un conjunto de textos más breve que el Antiguo Testamento, en el que aparecen mencionados el doble de veces (148).

Los ángeles están presentes en la vida del Redentor desde que el arcángel San Gabriel anuncia a Zacarías

el nacimiento del Bautista y a la Virgen María la Encarnación y el Nacimiento de Jesús (Lc 1, 5-38).

Asimismo, en el momento en que éste se produce, un ángel del Señor lleva la noticia del gran acontecimiento a los pastores de Belén y una muchedumbre del ejército celestial canta gozosa alabando a Dios (Lc 2, 8-14). También es un ángel el que comunica en sueños a San José que el Niño ha sido concebido por el Espíritu Santo en el seno de María (Mt 1, 20-21), otro le avisa del peligro que corre por parte de Herodes (Mt 2, 13) y posteriormente que pueden volver de Egipto a Galilea (Mt 2, 19-20).

Los ángeles están presentes sirviendo de lleno a Jesucristo, de tal modo que revelan con claridad que es el Hijo de Dios: así, después de las tentaciones en el desierto (Mt 4, 11; Mc 1, 13) y en su agonía en el Huerto de los Olivos (Lc 22, 43). Él mismo expresa su potestad divina sobre ellos cuando, en su apresamiento y ante los intentos de San Pedro de defenderle, afirma: “¿Piensas que no puedo rogar a mi Padre y que Él pondría al instante a mi disposición más de doce legiones de ángeles?” (Mt 26, 53). Ellos serán también los encargados de anunciar a las santas mujeres la Resurrección del Señor (Mt 28, 2-7; Mc 16, 5-7; Lc 24, 23; Jn 20, 12- 13). Por supuesto, la segunda venida del Salvador al final de los tiempos tendrá lugar en compañía de sus ángeles (Mt 16, 27), quienes ocuparán un puesto importante a la hora del Juicio, separando a los buenos de los malos, y por eso son los segadores en la parábola de la buena semilla y de la cizaña (Mt 13, 37-43.49-50).

Ángeles de la Guarda

El propio Jesús habla numerosas veces de estos espíritus puros en su predicación. Sin duda, uno de

los pasajes más ricos y hermosos es aquel en el que hace alusión a los ángeles de la guarda y en concreto

de los niños (y también de los que son sencillos como niños, “los pequeñuelos”), donde indica que tales

ángeles “ven sin cesar el rostro de mi Padre que está en los cielos” (Mt 18, 10). Por lo que reflejan las palabras del Divino Maestro, los ángeles juegan un papel importante a la hora de recibir y conducir las almas de los difuntos, según se observa en la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro, donde éste, al morir, es llevado por ellos al seno de Abraham (Lc 16, 19-25).

También destacan los ángeles en otros textos del Nuevo Testamento. En los Hechos, por ejemplo, un ángel aparece como liberador de los Apóstoles en la cárcel (Hch 5, 17-21) y más adelante de San Pedro (Hch 12, 3-19). Por otro lado, un ángel habla a San Felipe para que salga al encuentro del eunuco de la reina Candaces de Etiopía al que habrá de bautizar (Hch 8, 26). En las epístolas neotestamentarias, resaltan algunas referencias como la que se hace al arcángel San Miguel en el versículo 9 de la carta de Judas, la afirmación de San Pablo de que en Cristo “fueron creadas todas las cosas en los cielos y sobre la tierra, tanto las visibles como las invisibles, ya sean los tronos, ya las dominaciones, ya los principados, ya las potestades” (Col 1, 16; también es interesante Ef 1, 21) o la alusión a “los querubines de la gloria”

(Heb 9, 5), la idea de que la ley fue transmitida por ministerio de ángeles (Gál 3, 19; Heb 2, 2), etc. En fin, el Apocalipsis, revelado por un ángel a San Juan (Ap 1, 1), es muy rico con relación a los ángeles: su número es inmenso y forman parte de la corte celestial (Ap 5, 11), los siete arcángeles están en la presencia de Dios (Ap 8, 2), etc.