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En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del lago; la gente acudía a él, y les enseñaba.

Evangelio del día

Lectura 1

Había un hombre de Loma de Benjamín, llamado Quis, hijo de Abiel, hijo de Seror, hijo de Becorá, hijo de Afiaj, benjaminita, de buena posición. Tenía un hijo que se llamaba Saúl, un mozo bien plantado; era el israelita más alto: sobresalía por encima de todos, de los hombros arriba.
A su padre Quis se le habían extraviado unas burras; y dijo a su hijo Saúl: «Llévate a uno de los criados y vete a buscar las burras.»
Cruzaron la serranía de Efraín y atravesaron la comarca de Salisá, pero no las encontraron. Atravesaron la comarca de Saalín, y nada. Atravesaron la comarca de Benjamin, y tampoco.
Cuando Samuel vio a Saúl, el Señor le avisó: «Ése es el hombre de quien te hablé; ése regirá a mi pueblo.»
Saúl se acercó a Samuel en medio de la entrada y le dijo: «Haz el favor de decirme dónde está la casa del vidente.»
Samuel le respondió: «Yo soy el vidente. Sube delante de mí al altozano; hoy coméis conmigo, y mañana te dejaré marchar y te diré todo lo que piensas.»
Tomó la aceitera, derramó aceite sobre la cabeza de Saúl y lo besó, diciendo: «El Señor te unge como jefe de su heredad. Tú regirás al pueblo del Señor y lo librarás de la mano de los enemigos que lo rodean.»

Salmo
Sal 20,2-3.4-5.6-7

Señor, el rey se alegra por tu fuerza

Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
¡y cuánto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios.  
Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término.  
Tu victoria ha engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia. 

Evangelio
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del lago; la gente acudía a él, y les enseñaba.
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 2,13-17


Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme.»
Se levantó y lo siguió. Estando Jesús a la mesa en su casa, de entre los muchos que lo seguían un grupo de publicanos y pecadores se sentaron con Jesús y sus discípulos.
Algunos escribas fariseos, al ver que comía con publicanos y pecadores, les dijeron a los discípulos: «¡De modo que come con publicanos y pecadores!»
Jesús lo oyó y les dijo: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»

Comentario del Papa Francisco
Hay un deseo de autonomía: “Yo hago lo que quiero y si tengo ganas de hacer esto, lo hago. Y si quiero declarar una guerra, la declaro. Y si quiero destruir a mi familia, lo hago. Y si para ello tengo que matar al vecino, lo hago”. Son las noticias de cada día, los periódicos nonos cuentan noticias de la vida de los santos. La Iglesia ofrece la reflexión, a partir del Evangelio de hoy, en el que Jesús riñe a los discípulos que discutían: “Pero tú tenías que traer el pan - ¡No, tú”. Jesús les dice una hermosa palabra: “Estad atentos, evitad la levadura de los fariseos y de Herodes”. Herodes es malo, asesino, y los fariseos hipócritas. Pero el Señor habla también de “levadura” y ellos no entendían, porque el corazón estaba endurecido por esta pasión de discutir. Todos nosotros somos capaces de hacer mucho bien, y también de destruir en lo grande y en lo pequeño. Pidamos al Señor la gracia de elegir bien el camino con su ayuda y no dejarnos engañar por las seducciones que nos llevarán por el camino equivocado.