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El sufrimiento muestra el rostro oculto de Dios

1. El dolor deja al descubierto el corazón

Algo que debemos tener siempre claro es que el ser humano no puede ni debe considerar el dolor como algo bueno en sí, ni quitarle importancia al sufrimiento, ni  pensar que el dolor, por sí sólo, puede realizar maravillas en la vida de nadie. El dolor es un misterio ante el que hay que acercarse de puntillas y sabiendo que, después de muchas palabras, el misterio seguirá estando ahí hasta el fin mundo, ya que Cristo “seguirá sufriendo hasta el fin del mundo”. Y hay que acercarse al dolor con realismo, sin que bellas consideraciones poéticas nos impidan ver su tremenda realidad[1].

Entonces, ¿por qué existe el dolor? Ésta es, sin duda, la pregunta más formulada de la historia de la Humanidad. Muchos son los que, después de una grave enfermedad, después de terribles sucesos como atentados, catástrofes naturales, muertes trágicas e imprevistas, se preguntan: ¿Por qué a mí? ¿Por qué permite Dios esto? ¿Por qué, si Dios es bueno, permite que mueran niños inocentes, permite la enfermedad, permite la orfandad, la tortura, la crueldad? Muchas crisis de fe han surgido tras la muerte de las personas más queridas, las guerras, las catástrofes,  en definitiva el mal.

 El Papa san Juan Pablo II, en la Carta apostólica Salvifici doloris, dedicada al sentido cristiano del sufrimiento humano, explica que, dentro de cada sufrimiento experimentado por el hombre, y también en lo profundo del mundo del sufrimiento, aparece inevitablemente la pregunta: ¿por qué? Es una pregunta acerca de la causa, la razón; una pregunta acerca de la finalidad (para qué); en definitiva, acerca del sentido[2]. Aunque los animales también sufren, sólo los seres humanos nos hacemos este tipo de preguntas, y sufre de manera más profunda si no encuentra respuesta a estas preguntas[3]. El hacer una reflexión sobre ellas y encontrar desde la fe una respuesta satisfactoria nos puede ayudar a descubrir el sentido salvífico del sufrimiento, y no sólo eso, sino transformarnos en hombres y mujeres nuevos.

¿Qué aporta la fe cristiana al sufrimiento? Aunque muchas veces cuando el “intruso” sufrimiento nos visita muchos aceptan pasivamente esta indeseable visita, otros sin embargo son capaces de hacer de ella un proceso en su vida y la reciben como vecina amistosa, siendo así testigos de esperanza y de alegría para otros muchos[4]. Todo ello lo han descubierto a través del testimonio de otros hermanos y de un proceso de maduración y vivencia de su fe en Jesucristo[5]. La fe cristiana que brota del corazón nos descubre que nuestro Dios es un Dios del bien y del amor, Dios no quiere el dolor y por eso, éste ha sido vencido por Jesucristo. Jesús es, pues, la respuesta definitiva al sufrimiento humano.