En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador.
A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada.
Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria así seréis discípulos míos.
Comentario del Papa Francisco
Es necesario permanecer en Cristo resucitado y en su amor. Jesús lo había repetido con insistencia a sus discípulos: “Permaneced en mí… Permaneced en mi amor” (Jn 15, 4.9). Este es el secreto de los santos: permanecer en Cristo, unidos a Él como los sarmientos a la vid, para dar mucho fruto (cf. Jn, 1-8). (cf. Jn, 1-8). Y este fruto no es otra cosa que el amor.