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El que no está contra nosotros, está a favor nuestro

Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre. Evangelio del día

Lectura 1
Dios ama a los que aman la sabiduría 
Lectura del libro del Eclesiástico 4,12-22 

La sabiduría instruye a sus hijos, 
estimula a los que la comprenden. 
Los que la aman, aman la vida, 
los que la buscan alcanzan el favor del Señor; 
los que la retienen consiguen gloria del Señor, 
el Señor bendecirá su morada; 
los que la sirven, sirven al Santo, 
Dios ama a los que la aman. 
Quien me escucha juzgará rectamente, 
quien me hace caso habitará en mis atrios; 
disimulada caminaré con él, 
comenzaré probándolo con tentaciones; 
cuando su corazón se entregue a mí, 
volveré a él para guiarlo 
y revelarle mis secretos; 
pero si se desvía, lo rechazaré 
y lo encerraré en la prisión; 
si se aparta de mí, lo arrojaré 
y lo entregaré a la ruina.

Salmo
Sal 118, 165. 168. 171. 172. 174. 175 
R. Mucha paz tienen los que aman tus leyes, Señor. 

Mucha paz tienen los que aman tus leyes, 
y nada los hace tropezar. 

Guardo tus decretos, 
y tú tienes presentes mis caminos. 

De mis labios brota la alabanza, 
porque me enseñaste tus leyes. 

Mi lengua canta tu fidelidad, 
porque todos tus preceptos son justos. 

Ansío tu salvación, Señor; 
tu voluntad es mi delicia. 

Que mi alma viva para alabarte, 
que tus mandamientos me auxilien.

Evangelio
El que no está contra nosotros, está a favor nuestro 
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 9,38-40 

En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: 
- Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros. 
Jesús respondió: 
- No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros, está a favor nuestro.

Comentario del Papa Francisco
(Sobre Hechos 16,22-34)  Estando en la cárcel, hacia media noche Pablo y Silas cantaban, alababan a Dios y los otros prisioneros escuchaban, llega un fuerte terremoto y se abren todas las puertas. El carcelero quería quitarse la vida para librarse de la justicia, pero Pablo gritó: “No te hagas ningún mal, que estamos todos aquí”. El carcelero no entendía aquello: “Pero ¡cómo sucede esto? ¿Estos delincuentes en vez de aprovechar la oportunidad de escapar están aquí?”. Era un hombre al que el Espíritu había tocado el corazón. El carcelero, temblando, cayó a los pies de Pablo y Silas y después les llevó fuera y dijo: “Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?”. La respuesta fue: “Ten fe el Señor Jesús y te salvarás tú y tu casa”. Él les hizo subir a casa, preparó la mesa y se llenó de alegría. Cuando el Pueblo de Dios estaba tranquilo o servía a la mundanidad, no digo a los ídolos, no, a la mundanidad y estaba en la mediocridad, el Señor enviaba a los profetas. Y a los profetas les sucedió lo mismo que a Pablo: eran perseguidos, golpeados, ¿por qué? Porque incomodaban. También sucede hoy: cuando alguno denuncia tantos modos de mundanidad es mirado con malos ojos, esto no va, mejor que se aleje. El mal espíritu prefiere una Iglesia tranquila sin riesgos, una Iglesia de negocios, una Iglesia cómoda, en la comodidad de la mediocridad, tibia.