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El magma del éxito

Escritor

El llanto es parte del lenguaje del bebé y hay que aprender a interpretarlo. Puede tratarse de malestar, hambre, incomodidad, miedo, impaciencia, capricho, etc. Por ello, «saber aguantar» durante unos minutos dicho llanto -aunque sintamos que se nos parte el corazón- puede constituir uno de los bienes de mayor calado que se le ofrece a la hija/hijo en esos primeros años de vida, porque, al advertir —y lo advierte, aunque resulte difícil de creer— que sus padres "no lo toman en cuenta" cuando no hay un motivo justificado... irá aprendiendo a pedir ayuda -mediante el lloro- cuando realmente sea necesario.

Perder el miedo al llanto de la hija/hijo hace que los padres se liberen de la continua tensión que provocan y les brinda la posibilidad de contar con la imprescindible y reconfortante calma que beneficiará al recién nacido en el ejercicio de su maduración ya que -papá y mamá- estarán en las mejores condiciones para acertar con él/ella y transmitirle seguridad, cariño y serenidad.

Conforme pasan los días, la niña/el niño, experimenta una apremiante necesidad de moverse, probar, explorar, comunicarse..., lo que reclama de los padres mucha paciencia y pedagogía. Ante la falta de tiempo el peligro grande que asoma es 'no dejarles ejercitarse' porque es más cómodo y más práctico darles de comer, lavarlos, vestirlos, etc. Hay que saber que con este proceder, la niña y el niño recibe el mensaje de «no eres capaz» de realizar unas acciones que realmente sí puede y debe llevarlas a cabo por sí misma, por sí mismo.

La sustitución siempre frena el desarrollo del espíritu de iniciativa y autonomía en los hijos, influye en su au­toestima y favorece el cultivo de la pereza, la pasividad, a la vez que facilita la aparición de una oposición nega­tiva que suele traducirse en irritación, agresividad, inseguridad y rechazo a crecer.

Los padres han de apuntar a que florezca en los hijos el gusto y la alegría de sentirse activos y útiles. Esto cuesta, pero es el magma del éxito: enseñar a realizar algo y que lo "hagan". Por eso, es imprescindible ofrecer oportunidades de desarrollo y facilitar ensayos: "dejar hacer", para que experimenten el sentimiento positivo que acompaña a la obra bien hecha.