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El Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados

Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa. 
Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les proponía la palabra. 
Llegaron cuatro llevando un paralítico y, como no podían meterlo, por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico. 
Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico: 
- Hijo, tus pecados quedan perdonados. 
Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: 
- Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, fuera de Dios? 
Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo: 
- ¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico «tus pecados quedan perdonados» o decirle «levántate, coge la camilla y echa a andar»? 
Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados... 
Entonces le dijo al paralítico: 
- Contigo hablo: levántate, coge tu camilla y vete a tu casa. 
Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: 
- Nunca hemos visto una cosa igual.

Comentario del Papa Francisco

Era tanta la gente delante de la casa donde estaba Jesús que tuvieron que abrir el techo y descolgar la camilla en la que estaba el enfermo. Tenían fe, la misma fe que esa señora que también, en medio de la multitud, cuando Jesús iba a casa de Jairo, tocó el borde de su manto para ser sanada. Jesús aquí da un pao más: no solo sana a los enfermos sino que les perdona los pecados. ¿Cómo es mi fe en Jesucristo? ¿Creo que Jesucristo es Dios, es el Hijo de Dios? ¿Y esa fe me cambia la vida? ¿Hace que mi corazón se inaugere este año de gracia, este año de perdón, este año de acercamiento al Señor?