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Educar aportando referentes sólidos

Escritor

La adición es -al igual que la fiebre- síntoma de un problema que subyace en el fondo y que pretende llenar un déficit causado por las carencias afectivas y relacionales que dejan a la persona sin puntos de referencia que le sirvan de orientación. Y cuando se vive sin puntos de referencia estables, sin un horizonte vital ni proyecto alguno que no sea la inmediatez… se acaba en un vacío que tiende a llenarse con cualquier cosa.

¿Qué deben tener presente unos padres para que -en sus hijos- no aparezca ese vacío? Propongo unas ideas:

- Proporcionarles puntos de referencia sólidos y motivaciones profundas capaces de impulsarles  a vivir con decisión sus vidas.

- Mostrarles -primero con su ejemplo- cómo se forja una actitud activa y atractiva que se manifiesta en una disposición a escuchar, a ayudar, a empatizar y a facilitar la mejora personal de los otros tús con los que se convive.

- Evitar las descalificaciones cuando perciben fallos en los hijos y caer en la cuenta que son momentos clave para transmitir confianza y brindar ayuda y colaboración para que afronten las metas, quizás de otra manera.

- Estar disponibles para aclarar dudas y explicarles cómo nos podemos hacer adictos al móvil, al juego, a la Tv, a Internet, etc., y cómo -esa adicción- nos robará mucho tiempo que necesitamos para otras actividades creativas y que son capitales para el desarrollo de nuestra personalidad.

- Hacerles comprender que tienen que dar prioridad a la persona, no al beneficio que nos pueda reportar esta. Por eso, hay que explicarles que tus amigas/amigos no son guays porque te lo pasas bien cuando estás con ellas/ellos. Son guays porque -como tú y como yo- son queridas/queridos por Dios. Por lo tanto, la importancia no está en lo que me divierto con ellas/ellos, sino en que son hijas/hijos de Dios y debo tratarlas, tratarlos, con respeto.

Son ideas que pueden ayudar a visualizar la importancia que tienen los encuentros en la familia. Vivimos y actuamos en base a un mapa personal que tenemos en la memoria y que lo hemos confeccionado con las vivencias que hemos tenido, sobre todo, en nuestra familia.