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Dios mandó su Hijo al mundo, para que el mundo se salve por él

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: 
- Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. 
Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. 
El que cree en él no será condenado; el que no cree ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

Comentario del Papa Francisco

La Trinidad es el fin último hacia el cual está orientada nuestra peregrinación terrenal. El camino de la vida cristiana es un camino esencialmente trinitario. Todo, en la vida cristiana, gira alrededor del misterio trinitario y se cumple en orden a este misterio infinito. Intentemos, por tanto, mantener siempre elevado el tono de nuestra vida, recordándonos para qué fin, para qué gloria existimos, trabajamos, luchamos, sufrimos. Y a qué inmenso premio estamos llamados… Este misterio abraza toda nuestra vida y todo nuestro ser cristiano. Y ahora os invito a hacer todos juntos, y en voz alta, esta señal de la cruz ¡todos juntos! En nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.