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Descansará sobre ellos vuestra paz

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: 
- La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. 
¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. 
Cuando entréis en una casa, decid primero: «Paz a esta casa». Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. 
Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. 
No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: «Está cerca de vosotros el reino de Dios».

Comentario del Papa Francisco

El Señor llamó a otros setenta y dos discípulos y los mandó de dos en dos para la misión. Si la Iglesia es misionera por su naturaleza, la vocación cristiana nace necesariamente dentro de una experiencia de misión. Así, escuchar y seguir la voz de Cristo Buen Pastor, dejándose atraer y conducir por él y consagrando a él la propia vida, significa aceptar que el Espíritu Santo nos introduzca en ese dinamismo misionero, suscitando en nosotros el deseo y la determinación gozosa de entregar nuestra vida y gastarla por la causa del Reino de Dios. El Evangelio es la Palabra que libera, transforma y hace más bella nuestra vida.