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Cómo educar en la era de la distracción

Tenemos la capacidad de pensar y actuar. Pensar no es la característica del resto de los animales. Somos racionales y tenemos la posibilidad de ordenar nuestras acciones hacia un fin concreto. Hay corrientes que —entre otras cosas— tratan de desorientar y anestesiar la responsabilidad ante lo que decidimos hacer. Una de ellas es el relativismo que predica que no hay verdad objetiva y por lo tanto, no hay bien ni mal. Toda decisión tiene el mismo rango de importancia, por lo que no tiene sentido juzgar si una acción o elección es correcta o incorrecta, mejor o peor porque no existe un referente al que aludir para contrastar. Y si no existe un referente, ni responsabilidad alguna ¿para qué educar?

¡Tener un referente y las ideas claras a la hora de educar a los hijos, ahora mismo, es capital! Estamos en la era de la distracción donde la toma de decisiones parece que se reduce a responder a cuestiones como qué es lo que me viene mejor, lo que me gusta más o seguir lo que está de moda. Y dichas respuestas están impregnadas de intranscendencia debido al continuo bombardeo propagandístico que se ejerce en los medios y a través de la publicidad que han logrado asentar, en mucha gente, la idea de que se elija lo que se elija, no deja ninguna huella en la forja de la personalidad. Craso error, porque con cada elección -se crea o no se crea- nos construimos o nos destruimos. Esto es lo que oculta este tsunami relativista que propone como modelo de vida: la vida fácil y sin compromiso.

No es cierto que es más fácil, la vida fácil. Si eres padre/madre, te animo a que muestres a tus hijos las consecuencias que padecen montones de personas que han decidido vivir la vida en clave “fácil”. Esta decisión tiene sus consecuencias a corto, medio y largo plazo. No querer saber nada de la responsabilidad que se deriva de las elecciones que se toman y de seguir el lema “déjate llevar” o la filosofía de vida “ningún problema”, en la que vivía Simba, el hijo del rey león, con Timón y Pumba fuera del reino. El “déjate llevar” por la comodidad, los gustos, las apetencias, las ansias o la cobardía, deriva en resultados patéticos. Siempre termina causando mucho daño y sufrimiento. Muéstraselo

a tus hijos como hizo Nala, la amiga de Simba, cuando se encontró con él.

¿Tiene receta la opción de elegir vivir una vida fácil? Sí. Propongo como objetivo “top” para este curso ejercicios prácticos para adquirir dos virtudes que son pilares a la hora de construir la personalidad: la templanza y la fortaleza. Hoy solamente diré que estas virtudes facilitan la paz interior y son la base para tener la posibilidad de poder tener acceso a servir (ayudar) a los demás. Sólo siendo fuertes y templados se consigue no caer en el abanico de esclavitudes que se forjan mediante el seguimiento de propuestas como: “déjate llevar…” por el deseo de placer, de poder, de comodidad, etc. El resultado cristaliza en seguir el deseo descontrolado (eso es la esclavitud) del placer, del poder o de la comodidad. Y de esta manera, convertidos en esclavos de esas tendencias, es muy difícil que asome la opción de tener relaciones positivas y duraderas con los demás porque la atención ha sido enfocada en vivir la “vida fácil…” Y este modo de vida, centrada siempre en uno mismo, transcurre y termina mal.