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Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo

Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre. Evangelio del día

Lectura 1
¿Qué saca el hombre de todo su trabajo? 
Lectura del libro del Eclesiastés 1,2; 2,21-23 

Vaciedad sin sentido, dice el Predicador, 
vaciedad sin sentido; todo es vaciedad. 
Hay quien trabaja con destreza, 
con habilidad y acierto, 
y tiene que legarle su porción 
al que no la ha trabajado. 
También esto es vaciedad y gran desgracia. 
¿Qué saca el hombre de todo su trabajo 
y de los afanes con que trabaja bajo el sol? 
De día dolores, penas y fatigas; 
de noche no descansa el corazón. 
También esto es vaciedad.

Evangelio
Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo 
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3,1-5. 9-11 

Hermanos: 
Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. 
Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria. 
Dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación, la impureza, la pasión, la codicia, y la avaricia, que es una idolatría. 
No sigáis engañándoos unos a otros. 
Despojaos de la vieja condición humana, con sus obras, y revestios de la nueva condición, que se va renovando como imagen de su creador, hasta llegar a conocerlo. 
En este orden nuevo no hay distinción entre judíos y gentiles, circuncisos e incircuncisos, bárbaros y escitas, esclavos y libres; porque Cristo es la síntesis de todo y está en todos.

Comentario del Papa Francisco
Algunos dirán: la alegría nace de las cosas que se tienen, y entonces viene la búsqueda del último modelo de Smartphone, el scooter más veloz, el coche que llama la atención… La alegría no nace, no viene de las cosas que se tienen. Otros dicen que viene de las experiencias más extremas, para sentir la emoción de las sensaciones más fuertes: a la juventud le gusta caminar al borde del precipicio, ¡le gusta de verdad! Otros, incluso, del vestido más a la moda de la diversión en los locales más en boga… La verdadera alegría no viene de las cosas, del tener, ¡no! Nace del encuentro, de la relación con los demás, nace sentirse aceptado, comprendido, amado, y de aceptar, comprender y amar; y esto no por el interés de un momento, sino porque el otro, la otra, es una persona. La alegría nace de la gratuidad de un momento, sino porque el otro, la otra, es una persona. La alegría nace de la gratuidad de un encuentro. Es escuchar: “Tú eres importante para mí”, no necesariamente con palabras. Esto es hermoso… Y es precisamente esto lo que Dios nos hace comprender. Al llamaros, Dios os dice: “Tú eres importante para mí, te quiero, cuento contigo”. Jesús, a cada uno de nosotros, nos dice esto. De ahí nace la alegría. La alegría del momento en que Jesús me ha mirado. Comprender y sentir esto es el secreto de nuestra alegría. Y la alegría del encuentro con Él y de su llamada lleva a no cerrarse, sino a abrirse; lleva al servicio en la iglesia. Santo Tomás de Aquino decía: Bonum est diffusivum sui – no es latín muy difícil -, el bien se difunde. Y también la alegría se difunde.