Sabemos que según dónde pongamos nuestra atención moldearemos nuestra percepción. Por eso, es capital que nos preguntemos cómo es nuestra relación con las personas que convivimos por si tenemos que aprender a mirar de otro modo y “humanizar” esas relaciones. La relación casi siempre se “humaniza” si se humaniza la percepción.
Este aprendizaje puede agilizarse si tenemos en la cabeza la siguiente fórmula: si me esfuerzo en pensar y actuar en positivo con los que convivo, mejoraré dicha relación. Por eso, es importante pensar en el tipo de cosas en las que enfoco mi atención.
Propongo unos ejercicios para facilitar dicho enfoque y aprender a mirar de otro modo:
Intentar frenar los impulsos que me llevan a no pensar bien.
Intentar sonreír si no me ha salido bien lo que tengo entre manos.
Pedir perdón si he faltado a alguien, sabiendo que -así- le “doy un viaje” a mi orgullo.
Perdonar a quien me pide perdón porque me ha ofendido.
Crear un ambiente positivo en casa cuidando el tono de voz y las formas.
Crear un ambiente positivo en el trabajo cuidando el tono y las expresiones.
Evitar generalizar por norma.
Detenerme hasta que no rechace ese pensamiento negativo hacia esa persona.
Comprometerme, hoy, a colaborar poniendo buena cara en mi casa.
Comprometerme, hoy, a dedicar tiempo a escuchar a los que se encuentren conmigo.
Apagar el teléfono móvil nada más llegar a casa.
Evitar encerrarme en mi habitación.
No encender el ordenador cuando llego a casa.
Promover tertulias en casa, en vez de ver la Tv.
Participar en las conversaciones de familia contando cosas positivas.
Utilizar la “super-expresión”: ¿en qué te puedo ayudar?
Estas preguntas pueden facilitar el aprendizaje. Pero no olvidemos que un proyecto casi nunca es lineal y necesita nuevas intervenciones. Por eso, para aprender a mirar de otro modo, hemos de enfocar el “qué estoy haciendo para cambiar mi mirada”.
