Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice a Simón Pedro:
- Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?
Él le contestó:
- Sí, Señor, tú sabes que te quiero.
Jesús le dice:
- Apacienta mis corderos.
Por segunda vez le pregunta:
- Simón, hijo de Juan, ¿me amas?
Él le contesta:
- Sí, Señor, tú sabes que te quiero.
Él le dice:
- Pastorea mis ovejas.
Por tercera vez le pregunta:
- Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó:
- Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.
Jesús le dice:
- Apacienta mis ovejas.
Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.
Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios.
Dicho esto, añadió:
- Sígueme.
Comentario del Papa Francisco
En el Evangelio de este viernes, en la comida con los discípulos tras la Resurrección, se plasma una tercera mirada de Jesús a Pedro. La mirada es la confirmación de la misión, y también con la mirada Jesús pide confirmación sobe el amor de Pedro. Tres veces el Señor pide a Pedro que proclame su amor y le insta a alimentar a sus ovejas. A la tercera pregunta, Pedro se entristeció, casi llorando… Entristecido porque por tercera vez le preguntó ¿me amas?, él dijo: Señor, tú lo sabes que te amo… En el camino que Él ha hecho, todos estamos bajo su mirada. Él siempre nos mira con amor. Nos pide algo, nos perdona algo y nos da una misión. Ahora Jesús está sobre el altar. Cada uno de nosotros pensemos: Señor, estás aquí, entre nosotros. Tu mirada fija en mí. Dime lo que debo hacer. Cómo debo llorar mis errores, mis pecados; ¿cuál es el valor con el que tengo que seguir adelante en el camino que tú recorriste primero?