En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- Sabéis que está mandado: «Ojo por ojo, diente por diente». Pues yo os digo: «No hagáis frente al que os agravia». Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehuyas.
Habéis oído que se dijo:
«Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo».
Yo, en cambio, os digo:
«Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los paganos? Por tanto, sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto».
Comentario del Papa Francisco
Todos nosotros tenemos enemigos, todos. Algunos enemigos débiles, algunos fuertes. También nosotros muchas veces nos convertimos en enemigos de otros; no les queremos. Jesús nos dice que debemos amar a los enemigos. Jesús concluye con este consejo: “Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial”. La perfección del amor. Él Perdona a sus enemigos. Hace todo por perdonarlos. Pensemos en la ternura con la que Jesús recibe a Judas en el huerto de los olivos. Jesús nos pide amar a los enemigos. ¿Cómo se puede hacer? Jesús nos dice: rezad, rezad por vuestros enemigos. La oración hace milagros; y esto vale nos solo cuando tenemos enemigos; sino también cuando percibimos alguna pequeña enemistad. El amor a los enemigos nos empobrece, nos hace pobres, como Jesús, quien, cuando vino, se abajó hasta hacerse pobre. Tal vez no es un “buen negocio” para el mundo: es el camino que recorrió Dios, el camino que recorrío Jesús.