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Alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición y dio los panes a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se marchó de allí en barca a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. 
Al desembarcar vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: 
- Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer. 
Jesús les replicó: 
- No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer. 
Ellos le replicaron: 
- Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces. 
Les dijo: 
- Traédmelos. 
Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.

Comentario del Papa Francisco

El Evangelio nos propone el relato del milagro d los panes, Los discípulos se plantean el problema, y dicen a Jesús: “Despide a la gente” para que vayan a los poblados cercanos a buscar de comer. Jesús, en cambio, dice: “Dadles vosotros de comer” (v.13). Los discípulos quedan desconcertados, y responden: “No tenemos más que cinco panes y dos peces”, como si dijeran: apenas lo necesario para nosotros. La actitud de Jesús es totalmente distinta, y es consecuencia de su unión con el Padre y de la compasión por la gente, esa piedad de Jesús hacia todos nosotros: Jesús percibe nuestros problemas, nuestras debilidades, nuestras necesidades: invita a convertirnos a la fe en la Providencia, sabe compartir lo poco que somos y tenemos y no cerrarnos nunca en nosotros mismos.