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Se confesó en Medjugorje y su vida se transformó

Se confesó en Medjugorje y su vida se transformó

Sofía Gamiz es una terapeuta familiar que vive en Barcelona y ha grabado su testimonio de encuentro con Dios en un vídeo de viente minutos que se presentó este verano de 2020 en el Festival de la Juventud en Medjugorje y que difunde el canal Fruits of Medjugorje.

Pasó de estar a punto de romper su familia y un total desinterés por Dios a rezar hoy el Rosario cada día con su esposo y sus 4 hijos, con una gran felicidad.

Su historia habla de la fuerza del Rosario, el poder del Sacramento de la Reconciliación y la intercesión amorosa de la Virgen María como Madre.

Casada, todo iba bien pero “comencé a salir con otra persona”

“Yo era egoísta, comencé una relación con otra persona y decidí en ese momento dejar a mi esposo”, explica Sofía. “Nuestro matrimonio iba bien, no faltaba trabajo, bienes materiales, lo teníamos todo y éramos felices. Vivía sin Dios, no oraba, simplemente no me importaba, solo pensaba en vivir y no quería tener hijos, hasta el punto que esperamos 6 años antes de que llegara nuestra primera hija. Después de 3 años nace nuestro segundo hijo, qué lindo, tenía todo lo que quería en la vida. Todo estaba bien para mí, hasta que hace 8 años comencé a salir con otra persona y decidí terminar mi matrimonio”.

“Alberto, mi marido, sufrió terriblemente, pero me quería tanto que un día me dijo: “Si crees que eres feliz sin mí, de inmediato firmaré tus papeles de divorcio”.

El padre de ella peregrinó a Medjugorje

“Mi padre, un hombre de profunda fe, observaba con dolor las consecuencias que provocó la ruptura de mi matrimonio, así que fue a una iglesia en Barcelona, donde había una Virgen. Era Nuestra Señora de Medjugorje y rezó con todo su corazón por mí. Al salir de ese templo, vio el anuncio de una peregrinación y, sin decir nada, vino aquí a Medjugorje. Regresó varias veces, también estuvo aquí el día en que, en diciembre, después de la separación, le entregué a mis hijos a Alberto”.

El padre invitó a toda la familia a Medjugorje

“No sé exactamente cómo, pero de repente algo estaba cambiando en mí. Después de unos meses mi padre me llama y me dice: “Me gustaría que aceptaras, te invito a Medjugorje…”.

“Bien, acepté traer a mi esposo y a mis 2 hijos pequeños también. Mi corazón estaba completamente cerrado, no tenía a Dios en mi vida, no me importaba si Nuestra Señora realmente se aparecía. Escuché con desconfianza el testimonio de la vidente Mirjana aunque sentía fuertemente dentro de mí que lo que estaba escuchando era la verdad absoluta”, dice hoy.

Una curación asombrosa… y un segundo viaje

“En el viaje de regreso, mi padre me regaló un libro sobre las apariciones de la Virgen, pero ni lo abrí. Pensé que era mejor dárselo a la madre de un amigo mío, gravemente enfermo de cáncer“. Y aquello tuvo consecuencias porque a los 9 meses esa mujer enferma la telefoneó.

“Sofía, ¿eres tú? Estoy feliz de haberte encontrado, gracias por el libro y el Rosario, me gustaría ir a Medjugorje para agradecer a Nuestra Señora, ya sabes, Ella cambió mi vida… Cuando fui allí hace unos meses por primera vez estaba al borde de la muerte y estoy todavía aquí. Fui a pedirle a Nuestra Señora que me preparara para ir al cielo. Hace apenas unos minutos, sin embargo, el médico me acaba de confirmar que las pruebas muestran una reducción inexplicable de los marcadores tumorales y que no está claro cómo, pero estoy bien. Sería muy feliz si me acompañaras… “.

Sofía admite que no pudo decir que no a esa mujer. Así llegó de nuevo a Medjugorje, acompañándola, el 25 de junio, aniversario de las supuestas apariciones.

“Yo no podía explicar por qué tanta gente hacía fila para confesar, pensaba que todos estaban locos. Pasamos y más allá había misa pero no me importó y me senté escuchando música en la radio porque no me interesaba la traducción”, explica ella.

“No me había confesado en más de 20 años”

Todo cambiaría en ese momento. “No sé por qué, pero de repente me levanté y fui a los confesionarios. Solo había un cura con la bandera española y me senté allí. No me había confesado en más de 20 años. Lo primero que dije fue: “No sé por qué estoy aquí. No sé por dónde empezar … »

“Comencé a llorar, pensando en todo mi pasado, toda mi vida sin Dios, todo el sufrimiento que Dios soportó por mis pecados, los dolores de Jesús en la cruz, las personas a las que lastimé y que sufrieron por mi culpa…”

“Sentí tanto dolor y el cura, colocando sus manos sobre mi cabeza, dijo una sola frase: «Tus pecados te son perdonados» y cuando terminó la frase todo el dolor que sentía desapareció. No se puede explicar con palabras, pero todo mi cuerpo y mi alma sintieron la paz, la paz y el amor. No vi a Dios, pero recibí un abrazo. El abrazo de Dios, un sentimiento de plenitud y felicidad absoluta”.

«¿Es cierto que tu marido te ha perdonado?», le preguntó el sacerdote. “Entonces, ¿cómo puede Dios no perdonarte, Él, que es tu Padre? Ve ahora, ve a la comunión, ve y recibe a Jesús”.

“En el momento de la comunión, el abrazo que sentí durante la confesión, ¡Dios mío, se había triplicado! No lo podía creer, tanta felicidad … ¡quizás todos la teníamos!”, se asombraba ella. “Seguramente lo sentiremos en el cielo, pero desearía que todos pudiéramos probar esta experiencia que trae este regalo porque es maravillosa… ¡maravillosa!”

El padre terrenal y una familia sanada

Absolutamente feliz, Sofía, al salir del templo ¡se encontró con su padre! Había venido por su cuenta, con otra peregrinación, sin que ella lo supiera. Sofía, asombrada, le dijo a Dios: “¡Tú existes! Te di la espalda durante 20 años pero ahora te quiero todos los días, no quiero dejarte, he encontrado el mayor tesoro… “.

Ahí empezó un proceso que reconstruyó su matrimonio. El crecimiento en fe de su marido Alberto también lo atribuye a la oración y la Virgen. Ella rezaba el rosario, y él no se sumaba. “Yo tengo mi tiempo”, dijo él. Más adelante supo que él había empezado a rezar el rosario por su cuenta, cuando caminaba de vuelta del trabajo.

“Ahora tenemos 4 hijos, rezamos el Rosario todos los días con nuestros hijos en la familia y cada vez que Nuestra Señora nos llama a Medjugorje siempre respondemos SÍ”, exclama.