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Las supersticiones y San Antonio de Padua

Las supersticiones y San Antonio de Padua

Debido al gran alcance de devoción que genera San Antonio de Padua (en París existe una sola parroquia dedicada a San Antonio de Padua pero, de ciento tres iglesias, ochenta y cuatro poseen una estatua de él), se han suscitado muchas prácticas incorrectas de veneración.

Si usted es de las personas que pone “de cabeza” cualquier imagen de San Antonio de Padua como una manera de obligarlo a conseguirle novio o novia, si realiza ofrendas con 13 monedas el día de su fiesta u otros rituales similares, debe saber que está cayendo en la superstición y posiblemente en idolatría.

El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) en el numeral 2111 explica que la superstición es "una desviación del culto debido al Dios verdadero”, por ejemplo, cuando le otorgamos una importancia de cierto modo “mágica” a ciertas prácticas legítimas o necesarias como son las oraciones o los sacramentales.

Santo Tomás de Aquino señala en la Suma Teológica que la superstición se presenta cuando "se ofrece culto divino a quien no se debe, o a quien se debe, pero de un modo impropio".

Con relación a los sacramentales y oraciones, se cae en superstición cuando se confía en la materialidad del acto sin la necesaria disposición interior. Es decir, cuando en vez de valorar un objeto religioso por lo que representa se le atribuye un poder que no tiene. Es supersticioso, por ejemplo, quien lleva un escapulario pero no guarda en su corazón fidelidad a la Virgen María, sino que piensa que por solo el hecho de llevarlo se salvará. 

Recordemos que la Santísima Virgen y los santos no hacen milagros, sino que es por intercesión de los Santos que Dios puede obrar un milagro en nosotros y en nuestras vidas.