En una conversación que mantuvo con un amigo sacerdote, el Santo de los estigmas demostró que consideraba esta práctica no solo como el asesinato de un ser humano inocente, sino como “un verdadero suicidio” para la humanidad.
La famosa conversación se desarrolló en medio de una conversación entre el Padre Pío y el fraile franciscano Pellegrino Funicelli, quien la describió en su libro Jack of All Trades of Padre Pio de 1991.
Durante la charla, el Padre Funicelli le dijo al Padre Pío: “Hoy negaste la absolución a una mujer porque ella se había sometido voluntariamente a un aborto. ¿Por qué has sido tan riguroso con esta pobre desafortunada?”. (El Padre Pío a veces se negaba a dar la absolución a un penitente si mostraba una contrición insuficiente; estos a menudo regresaban y solo daba la absolución si eran sinceros).
El Padre Pío respondió: “El día en que las personas pierdan su horror por el aborto será el día más terrible para la humanidad. El aborto no es solo un homicidio, sino también un suicidio”.
“ ¿No deberíamos tener el coraje de manifestar nuestra fe ante quienes cometen dos crímenes en un solo acto?”.
“¿Suicidio?”, preguntó el P. Pellegrino.
“El suicidio de la humanidad será entendido por aquellos que verán a la tierra poblada de ancianos y sin niños: quemada como un desierto” respondió el Padre Pío.
El Padre Pío no se equivocó. El Banco Mundial indicó que en 1963 habían un mínimo de 36 bebés al año por cada mil personas en el mundo. En el 2016 ese número bajó a 19 bebés. Y en el 2010 se proclamó que Islandia sería el primer país donde el Síndrome de Down desaparecería. Efectivamente, se debe en gran parte a los abortos.
Y si se piensa que esta es una postura meramente religiosa, Julián Marías, filósofo, profetizó en 1992: “Por esto me parece que la aceptación social del aborto es, sin excepción, lo más grave que ha acontecido en este siglo…”.
Solo en Italia, más de seis millones han muerto desde que en 1978 se legalizó el aborto en el país natal del Padre Pío.
