Cuando nadie lo esperaba, pero en la significativa fecha de la fiesta de San Francisco, se ha presentado por sorpresa en Amatrice hoy martes a las nueve y diez de la mañana para reunirse con las familias de las víctimas del terremoto, los heridos y las personas que han perdido sus casas y sus empleos tras el devastador terremoto del pasado 24 de agosto en el centro de italia y que causó 297 muertos.
A los primeros que le saludaron les ha dicho: «Estoy aquí solo para deciros que me siento cercano a vosotros. Nada más. Cercanía y oración».
El domingo por la noche, durante el vuelo de regreso a Roma desde Bakú, El Papa Francisco había dicho a los periodistas que deseaba realizar esa visita «solo, como sacerdote, obispo y Papa», es decir, sin sobrecarga de autoridades y de medios de comunicación. Había decidido hacerlo de ese modo para que los familiares de las víctimas, los heridos y los demás damnificados por el terremoto del pasado 24 de agosto ocupasen el centro de la atención.
El Papa ha iniciado su visita precisamente por la escuela, donde se ha reunido con un centenar de alumnos jóvenes, y ha rezado después con un con un grupo de personas. Le acompaña en su recorrido –que incluye la «zona roja», cerrada por motivos de seguridad- el obispo de Rieti, Domenico Pompili, con quien ha hablado por teléfono prácticamente cada día desde la noche de la tragedia.
En Amatrice, 1 de cada 3 casas se derrumbó y sólo en esta localidad murieron más de 230 personas, el resto falleció en Accumoli y Arquata del Tronto. Cerca de 4.000 personas viven aún en las tiendas instaladas tras el seísmo de magnitud 6 en la escala Richter del pasado 24 de agosto, ya que sus casas quedaron completamente destruidas o dañadas.
