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Santos y pecadores, todos amados por el mismo Padre

Audiencia General Papa Francisco-19 de septiembre de 2018

“No hay espacio para el individualismo en el diálogo con Dios, ni ostentación de los propios problemas como si fuéramos los únicos que sufren en el mundo”, porque “no hay oración elevada a Dios que no sea aquella de una comunidad de hermanos y hermanas”. Fue la afirmación del Papa en el miércoles 13 de febrero, continuando con sus catequesis sobre el Padrenuestro.

Hay una ausencia del “yo” en el Padrenuestro

La reflexión del Papa de este día giró en torno al diálogo con Dios, un diálogo que es “un cruce de miradas entre dos personas que se aman: Dios y el hombre”. Francisco recordó una vez más que Jesús quiere que sus discípulos no sean como los hipócritas que rezan con ostentación, porque la verdadera oración "es la que se cumple en el secreto de la consciencia y del corazón, y es visible sólo a Dios”.

«Seguimos con la catequesis sobre el Padrenuestro para aprender a rezar cada vez mejor. La verdadera oración es la que se realiza en el secreto del corazón; es un diálogo silencioso, como un cruce de miradas entre dos personas que se aman: Dios y el hombre».

La palabra opuesta al yo es “nosotros”

En el Padrenuestro – dijo el Papa - falta la palabra ‘yo’. Nunca se dice ‘yo’. Y esto porque “no hay espacio para el individualismo en el diálogo con Dios”, ni “ostentación de los propios problemas como si fuéramos los únicos que sufren en el mundo”. Hay una “ausencia del yo” en el Padrenuestro, y la palabra opuesta al “yo”, no es el “tú”, sino el “nosotros”.

«Jesús nos enseña a rezar con el “tú”, y no con el “yo”; porque la oración cristiana es confidencial pero también es diálogo. En la oración del Padrenuestro decimos: "Sea santificado tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad". Y en la segunda parte pasa al “nosotros”: "danos el pan de cada día, perdona nuestras deudas, no nos dejes caer en la tentación, líbranos del mal". La oración cristiana no es individualista, sino que es un diálogo con Dios, desde y con la comunidad de hermanos y hermanas».

“Señor ablanda mi corazón”

«El cristiano – resumió en español - cuando reza lleva consigo a las personas y las situaciones que vive, y hace propios los sentimientos de Jesús, que siente compasión de cuantos encuentra en su camino. También nosotros cuando rezamos tenemos presentes a aquellas personas que no buscan a Dios, porque Jesús no ha venido a salvar solo a los justos, sino a todos».

Tras este recordatorio, Francisco invitó a mirar dentro el propio corazón, remarcando que “si uno no se da cuenta de que hay tanta gente alrededor que sufre, si no se siente pena por las lágrimas de los pobres, se está acostumbrado a todo”. Por eso preguntó a los presentes: “¿cómo está tu corazón? ¿Se marchitó?”. “No, -dijo- peor: es de piedra". Así, el Santo Padre señaló que en este caso “es bueno implorar al Señor que nos toque con su Espíritu y ablande nuestro corazón".

Santos y pecadores, todos amados por el mismo Padre

Concluyendo la catequesis el Pontífice quiso plasmar esta enseñanza en los corazones y llamó a hacernos una pregunta: "¿Cuándo rezo, me abro al grito de tantas personas cercanas y lejanas? ¿O pienso en la oración como en una especie de anestesia para poder estar más tranquilo?". Y tras hacer presente que “ese nosotros que Jesús nos enseñó", nos hace sentir responsables de nuestros hermanos y hermanas, aseguró: 

«Santos y pecadores, somos todos hermanos amados por el mismo Padre»

Saludando a los peregrinos de lengua española, Francisco animó a pensar en cómo es el diálogo con el Señor, y a seguir el ejemplo de Jesús para rezar de forma concreta, recordando a aquellos que tenemos al lado y amamos, como también a aquellos que no queremos tanto. "Necesitamos aprender de Dios que es bueno con todos”, finalizó.