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Misioneras de la Caridad evacuaron a 14 huérfanos discapacitados de Kabul

El 25 de agosto de 2021, un avión de Kabul aterrizó en la pista del aeropuerto Fiumicino de Roma. A bordo: 270 pasajeros, agotados tras horas de angustia. En tan solo unos días, sus vidas dieron un vuelco con la retirada caótica de las fuerzas estadounidenses y la ofensiva relámpago de los talibanes.

Todos recuerdan las imágenes del aeropuerto de Kabul asediado por miles de afganos que huían del régimen opresivo de los talibanes. En medio de la confusión más total, las embajadas presentes en el lugar se esforzaron por organizarse para evacuar al máximo número de personas. Las autoridades italianas estaban trabajando duro, entre otros; entre el 13 y el 27 de agosto, sacaron a más de 5.000 personas de Afganistán.

“Estamos devastados. Todo se terminó. No hay esperanza en Kabul ”

De los 270 pasajeros que arribaron el pasado 25 de agosto, 14 niños y jóvenes en silla de ruedas fueron los primeros en cruzar las puertas de la Terminal 5 de Fiumicino. Tenían entre 6 y 20 años y eran discapacitados.

Con ojos brillantes y llenos de curiosidad, esperaron a que las enfermeras les tomaran la temperatura. Junto a ellos estaban sus “ángeles de la guarda”, vestidas con túnicas blancas y azules: cinco monjas de las Misioneras de la Caridad, la orden fundada por la Madre Teresa de Calcuta.

Aquí pueden verse imágenes impactantes y poco vistas de santa Teresa de Calcuta:

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Cierre del orfanato por obligación

Desde mayo de 2006, su comunidad está presente en Afganistán, donde las hermanas dirigen un orfanato ubicado en Kabul. Allí han estado cuidando a niños discapacitados, abandonados por sus padres y por la sociedad. Pero con la llegada de los talibanes, las monjas tuvieron que abandonarlo todo, dejando atrás 15 años de trabajo misionero con los más pobres de los pobres. Fue desgarrador.

“Nuestro centro ya no existe, ha sido cerrado […] Estamos devastadas. Todo se terminó. No hay esperanza en Kabul”, dijo la hermana Josè, de 33 años, originaria de Madagascar, al diario italiano La Repubblica.

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Aunque cerraron su orfanato con el corazón apesadumbrado, no se trataba de que abandonaran a los niños. Junto con el único sacerdote activo en Afganistán, el italiano P. Giovanni Scalese, lograron ponerlos en la lista de evacuación.

“Nunca podría haber regresado a Italia sin estos niños; no podíamos dejarlos aquí”, dijo a La Repubblica el misionero barnabita. En el aeropuerto de Roma, exhausto y con el cuello romano abierto, el sacerdote se sentó junto a las hermanas, ellas mismas rodeadas de los niños que reían y sonreían. Para ellos comenzaba una nueva vida.

Las cinco monjas y «sus hijos», 11 niñas y tres niños, se encuentran ahora en un centro de las Misioneras de la Caridad en Tor Bella Monaca, un barrio de Roma. “Es una verdadera revolución”, dijo a Vatican News una monja del centro, que tuvo que repensar su logística.

Niños llenos de ternura

“Estos niños también nos brindan ternura, relaciones, de una manera diferente a la que pensamos. Necesitan que nos relacionemos con ellos y nos dan la capacidad de amar; nos abren el corazón para poder amar más”, explica, antes de agregar que “son los gestos diarios de cuidado los que dan vientos insospechados de alegría y consuelo”.

Una docena de días después de su llegada a Italia, las monjas y sus huérfanos recibieron una visita sorpresa. Mientras los niños disfrutaban de un refrigerio, el cardenal Konrad Krajewski, el limosnero apostólico del Papa Francisco, fue a recibirlos con un equipo médico. El objetivo: someterlos a las pruebas de COVID-19 para poner fin a su cuarentena y permitirles realmente comenzar su nueva vida en Italia. Y allí siguen hoy.