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Los niños de Madrid consiguen que 800 almas entren en el cielo

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Todos los madrileños y turistas que pasaban por la zona pudieron verlos jugar. Pero lo más importante del jubileo es lo que no se vio: gracias a ellos, 800 almas pudieron entrar en el cielo; una por cada niño que participó.

Una de las características de los años jubilares es que se pueden conseguir indulgencias plenarias; es decir, que Dios quita de nuestro corazón las marcas que dejan los pecados que ya han sido perdonados. Esta indulgencia se puede aplicar por una persona que ya ha muerto. Cuando morimos, «antes de ir al cielo», muchas almas «pasan por el purgatorio para terminar de limpiarse» antes de encontrarse con Jesús. Si ofreces una indulgencia por ellas, «pasan al cielo. Yo la he ofrecido por mis abuelos», nos cuenta Héctor, un niño de 9 años de Tres Cantos que estuvo en el Encuentro Dicesano de Niños (EDN).

Esta indulgencia se puede ganar hasta el 20 de noviembre en la catedral y en los templos jubilares que hay en cada diócesis. Héctor nos dice cómo: «Primero pasas por la Puerta Santa», una entrada especial de la Iglesia. Luego se recita el credo y pides por las intenciones del Papa. Todo eso hay que hacerlo «con intención de rechazar el pecado», nos explica Pedro José, delegado de Infancia y Juventud de Madrid. Las personas que ya han hecho la Primera Comunión también tienen que confesarse y comulgar. Pero no los niños que todavía no se han confesado ni comulgado, explica Pedro José. «¡Son los que más fácil lo tienen!».

Una flor para la Virgen
El EDN sirvió también para que los niños celebraran por adelantado la fiesta de la Virgen de la Almudena, la patrona de Madrid. Después de la Misa, un teatro acercó su historia a los niños. Cuando los musulmanes iban a conquistar Madrid en el siglo VIII, «unos señores escondieron la imagen de la Virgen en una muralla» –cuenta Héctor–. Cuando Madrid fue reconquistada por los cristianos en el siglo XI, intentaron rescatar la escultura pero nadie se acordaba de dónde estaba. «Hicieron una Misa y una procesión, y cuando pasaron por delante del escondite el muro se cayó y encontraron la imagen».

Los juegos también giraron en torno a la Almudena: «En uno teníamos que construir el muro para esconderla». En otro, «hemos formado entre todos las letras de la palabra Madre» para que se viera desde arriba. «También hicimos cada uno una flor con papel, y se la pusimos a la Virgen».