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La "oración del buen humor" del Papa Francisco

El origen del buen humor del Papa Francisco

En el libro entrevista "Dios es joven", el Papa nos confía la oración que reza desde hace cuarenta años para no tomarse las cosas demasiado en serio y conservar un poco de sentido del humor.

Con el Papa Francisco, el humor y el buen humor entraron en los muros del Vaticano, haciendo tambalear un poco los hábitos de la Santa Sede, habituada al formalismo. ¿Su secreto? La sencillez y buena dosis de sentido del humor le permiten vivir en armonía consigo mismo y con los demás. Todo bajo una pizca de amabilidad y sonrisas a la multitud.

“Si no se conserva el sentido del humor, es muy difícil ser feliz”, subraya Francisco en el nuevo libro entrevista Dios es joven. En su intercambio con el periodista italiano Thomas Leoncini, el Papa Francisco describe el sentido del humor como una cualidad que no debe faltar nunca en el cristiano, porque de ello dependen “la capacidad de gozar la vida y el entusiasmo”.

El humor, dice, es “como el agua que fluye naturalmente efervescente de la fuente; hay algo más: se percibe la vida, el movimiento”, y la vida es “algo muy serio para ser vivida seriamente”. Él mismo, para no correr el riesgo de tomarse las cosas demasiado en serio – confiesa – reza desde hace cuarenta años la “oración del buen humor” de santo Tomás Moro (1478-1535), un hombre alegre y comprometido con los temas más graves.

Esta es la oración del buen humor que el Papa Francisco propone a los jóvenes al final del libro:

Concédeme, Señor, una buena digestión, y también algo que digerir.

Concédeme la salud del cuerpo, con el buen humor necesario para mantenerla.

Dame, Señor, un alma santa que sepa aprovechar lo que es bueno y puro, para que no se asuste ante el pecado, sino que encuentre el modo de poner las cosas de nuevo en orden.

Concédeme un alma que no conozca el aburrimiento, las murmuraciones, los suspiros y los lamentos, y no permitas que sufra excesivamente por ese ser tan dominante que se llama: YO.

Dame, Señor, el sentido del humor. Concédeme la gracia de comprender las bromas, para que conozca en la vida un poco de alegría y pueda comunicársela a los demás.

Así sea.