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La Almudena tendrá una nueva capilla dedicada a Juan Pablo II

La última vez que san Juan Pablo II estuvo en España fue en Madrid. Se presentó en Cuatro Vientos como «un joven de 83 años», aseguró que «las ideas no se imponen, se proponen», y canonizó a Pedro Poveda, José María Rubio, sor Ángela de la Cruz, madre Maravillas de Jesús y Genoveva Torres. En su despedida, exclamó un elocuente «¡Hasta siempre, tierra de María!». Se afianzaba así la historia de amor de una ciudad y un país con el Papa polaco que fue acrecentándose con la dedicación de monumentos, calles, edificios… En Madrid, a la que visitó en tres ocasiones (1982, 1993 y 2003), tendrá además ahora un sitio de honor: una capilla en la catedral de la Almudena, templo que precisamente dedicó en su segundo viaje.

Se trata del espacio que hay junto a la sacristía mayor, al final de la nave central. El diseño fue encargado al estudio de arquitectura Cano y Escario, que presentó dos proyectos al Cabildo. El elegido tiene como elemento configurador la madera, que recubrirá las paredes y la cúpula con una sucesión de pórticos. Entre cada uno hay una separación de 30 centímetros, de modo que se transparenta la piedra originaria. Es, en palabras del arquitecto Benjamín Cano, «un espacio nuevo que no oculta lo anterior; queremos hablar de una Iglesia en marcha», con su tradición, su historia, sus santos, en armonía con la Iglesia actual.

La madera, además, remite a una de las «debilidades» de Wojtyla: la naturaleza. Al ser de cedro, que «huele muy bien», impregnará todo «del olor de santidad del Papa». Es uno de los símbolos de esta capilla, que son pocos, pero de «mucho contenido», subraya el arquitecto. Otro, la gran roca situada a la entrada, de mármol negro marquina, que remite al primado de Pedro y de la que nace un banco en forma de barca. Es imagen «de la continuidad apostólica y del compromiso a la llamada, de los Papas y, en general, de cualquiera cuando Cristo nos llama».

Esta «barca de Pedro» apunta al crucifijo que preside la capilla, que será el que hay actualmente. En la proa se situará un cirio «con vocación de cirio pascual: el que guía la barca es Cristo resucitado». Al ser banco, la gente se podrá sentar y ver las imágenes retroiluminadas del Papa que se incorporarán en los laterales de la capilla. Asimismo, habrá un código QR para escuchar su voz: «Se podrá rezar con san Juan Pablo II».

Como elemento central, estará el confesionario, situado tras la foto oficial del Papa que presidirá el frontal. Se mantiene así el carácter penitencial originario del espacio, en sintonía con esas palabras que el mismo Juan Pablo II pronunció en la dedicación de la catedral: el templo será, dijo, «casa» de «gracia y santificación». La capilla es también peregrina, con un recorrido direccional, de entrada y salida. Evoca a este Papa viajero y la vida cristiana como camino. 

Una capilla con «cierto riesgo»

La iluminación surgirá del techo, con tres luces suspendidas a distintas alturas que son «una simbología sencilla trinitaria». Algunos de los pórticos también se podrán encender «y regular su luz». Por último, a la capilla se trasladará la reliquia que la catedral conserva del santo, una ampolla con su sangre que llegó a Madrid para la JMJ de 2011. El relicario lleva grabadas las primeras palabras de Karol Wojtyla como Papa: «¡No tengáis miedo! ¡Abrid de par en par las puertas a Cristo!». 

Para Benjamín Cano, llevar a cabo este proyecto es muy «emocionante». El Cabildo «ha dado un paso con valentía», porque es una «capilla muy integrada», pero no deja de asumir «cierto riesgo». Además, responde a ese interés personal suyo de «vivir y divulgar la vida de los santos», y en concreto la del Papa polaco, por el que siente una gran «admiración». De él destaca su participación en la transformación de Polonia y en la caída del muro de Berlín, su amor a la Divina Misericordia y su mirada.

La archidiócesis de Madrid ha abierto una página web para conocer los detalles del proyecto (capillajp2.archimadrid.es), desde la que también se podrá colaborar para sufragar los gastos.