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¿Cómo continúa el Año Litúrgico tras el final de la Semana Santa y el inicio de la Pascua?

El Tiempo Pascual comprende cincuenta días y es el más intenso de todo el año. Se inaugura en la Vigilia Pascual y se celebra durante siete semanas hasta Pentecostés, la fiesta de la venida del Espíritu Santo. Es la Pascua de Cristo, del Señor, que ha pasado de la muerte a la vida, a su existencia definitiva y gloriosa. También de la Iglesia, su Cuerpo, que es introducida en la Vida Nueva de su Señor por medio del Espíritu que Cristo le dio el día del primer Pentecostés. El origen de esta cincuentena se remonta a los orígenes del Año Litúrgico.

Inicialmente, los judíos tenían una fiesta agrícola y luego conmemorativa de la Alianza en el Sinaí a los cincuenta días de la Pascua. Los cristianos organizaron muy pronto siete semanas, pero para prolongar la alegría de la Resurrección y para celebrar al final de los cincuenta días la fiesta de Pentecostés: el don del Espíritu Santo. Ya en el siglo II tenemos el testimonio de Tertuliano, que habla de que en este espacio de tiempo no se ayuna, sino que se vive una prolongada alegría.

La liturgia insiste mucho en el carácter unitario de estas siete semanas. La primera semana es la "Octava de Pascua', en la que ya por tradición los bautizados en la Vigilia Pascual, eran introducidos a una más profunda sintonía con el Misterio de Cristo que la liturgia celebra. La Octava de Pascua termina con el Domingo de la Octava, llamado in albis, porque ese día los recién bautizados deponían en otros tiempos los vestidos blancos recibidos el día de su bautismo.

Dentro de los cincuenta días se celebra la Ascensión del Señor, ahora no necesariamente a los cuarenta días de la Pascua, sino el domingo séptimo de Pascua, porque la preocupación no es tanto cronológica sino teológica, y la Ascensión pertenece sencillamente al misterio de la Pascua del Señor. Y concluye todo con la donación del Espíritu en Pentecostés.

La unidad de la cincuentena queda también subrayada por la presencia del Cirio Pascual encendido en todas las celebraciones, hasta el domingo de Pentecostés. Las celebraciones litúrgicas de esa cincuentena expresan y nos ayudan a vivir el misterio pascual comunicado a los discípulos del Cristo.

Las lecturas de la Palabra de Dios de los ocho domingos de este Tiempo en la Santa Misa están organizadas con esa intención. La primera lectura es siempre de los Hechos de los Apóstoles, la historia de la primitiva Iglesia, que, en medio de sus debilidades, vivió y difundió la Pascua del Señor. La segunda lectura cambia según los tres ciclos: la primera carta de San Pedro, la primera carta de San Juan y el libro del Apocalipsis.

¿Qué es Pentecostés?

Pentecostés es una festividad que se celebra cincuenta días después de la Pascua, poniendo fin al Tiempo Pascual. Es la culminación de este tiempo litúrgico. Celebra la primera venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles reunidos, narrada en el capítulo 2 de los Hechos de los Apóstoles. En la liturgia católica se considera la fiesta más importante tras la Pascua y la Navidad. La liturgia de este día incluye la secuencia medieval Veni, Sancte Spiritus, con la que se invoca al Espíritu Santo. Esta fiesta también conmemora el nacimiento de la Iglesia primitiva.

Los orígenes de la fiesta

Pentecostés, como una fiesta cristiana, se remonta al siglo I, aunque no hay evidencia de que fuese observada, como es el caso de la Pascua; el pasaje en Corintios probablemente se refiere a la fiesta judía. Esto no es sorprendente, pues la fiesta, que originalmente duraba un sólo día, caía en domingo; además estaba tan estrechamente unida a la Pascua que parece ser no mucho más que la terminación del tiempo pascual. El color de las vestimentas de los sacerdotes es rojo, que simboliza el amor del Espíritu Santo o de las lenguas de fuego.