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La emoción de los adoradores en la reapertura de la Adoración Perpetua

24 horas de Oración para el Señor

Las capillas de Adoración Perpetua junto a las iglesias que están pudiendo reabrir sus puertas en las zonas de España que ya han podido pasar a la Fase 1 del desconfinamiento. Cristo Eucaristía vuelve a estar ya acompañado, y muchas lágrimas se han derramado en este reencuentro.

Una de estas capillas es la de la parroquia Nuestra Señora de la Consolación de Córdoba, que se vio obligada a cerrar el pasado 16 de marzo debido a la pandemia de coronavirus y al estado de alarma. Por primera vez en los cinco años en los que la adoración perpetua llevaba en la parroquia durante las 24 horas del día los 365 días del año hubo que interrumpirla.

La emoción de los adoradores 

La reapertura ha provocado la emoción de los adoradores, tal y como refleja la diócesis de Córdoba. Los organizadores llevan días trabajando para poder reabrir la capilla y reorganizar los turnos para que el Señor nunca esté solo y a la vez se cumplan todas las normas de higiene y seguridad.

“Necesitamos al Señor en nuestra vida y damos gracias a Dios por poder estar de nuevo junto a Él en su capilla”, indica Lorenzo, coordinador de los turnos de adoración.

A su vez Pilar Albalá, otra de ellas, confiesa: “Lloré de alegría cuando entré a la capilla y me vi frente a Él, no hay palabras para describir este momento, es un encuentro de paz, un encuentro necesario para todos y un lujo saber que siempre está ahí para lo que te haga falta”.

Aforo máximo y precauciones

Aunque los adoradores de edad más avanzada y las personas de riesgo de momento no acudirán la capilla se ha podido abrir con ciertas limitaciones, que afectan al aforo, que se reduce a un máximo de 10 personas. Será obligatorio el uso de mascarilla y gel desinfectante.

 “Se nos invitó a todos los adoradores a mantener nuestro turno de adoración y lo hemos hecho a través de conexiones vía internet con parroquias y lugares sagrados en los que el Señor estaba expuesto, pero han sido semanas difíciles en las que hemos necesitado estar con el Señor y presencialmente no hemos podido”, cuenta Lorenzo.