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El Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela recupera su esplendor

El Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela recupera su esplendor

Una restauración minuciosa de casi 10 años ha devuelto a esta joya románica todo su esplendor.

Entre los siglos XII y XIII, concretamente entre 1188 y 1211, se construyó el Pórtico de la Gloria en la Catedral de Santiago de Compostela. Tras más de 800 años en los que ha sufrido guerras, el deterioro del tiempo, las agresiones medioambientales y ha sido visitado por millones de peregrinos de todo el mundo, el Pórtico vuelve a lucir su mejor cara gracias a la restauración más completa a que jamás se le había sometido.

La restauración del Pórtico de la Gloria y su entorno forma parte del Programa Catedral de Santiago, que permitirá recuperar el esplendor de esta joya de la arquitectura mundial. En él están involucrados la Fundación Catedral y la Fundación Barrié en colaboración con la Xunta de Galicia y el ministerio de Cultura español.


La acción de mecenazgo de la Fundación Barrié ha sumado 11 millones de euros invertidos en el Programa Catedral para la conservación, puesta en valor y restauración de este monumento.

Era imprescindible que el Pórtico de la Gloria, joya del arte románico, se sometiera a restauración debido a que el deterioro se había acelerado en los últimos 10-15 años. El objetivo es estabilizar el conjunto y preservar la policromía para que puedan contemplarla las generaciones futuras.

La restauración del Pórtico ha permitido llevar a cabo un estudio a fondo de la policromía, ya que estamos hablando de una obra que ha llegado a nuestras manos después de siglos oculta a la mirada del público.

Primera policromía
Existe una primera policromía con decoración medieval de la que se conservan bastantes vestigios, como se puede apreciar en el ángel que porta la columna o los que portan la cruz y que la conservan por completo (azul lapislázuli).

Los análisis han identificado los ricos pigmentos empleados para su ejecución: albayalde, lapislázuli, bermellón, pigmentos de tierras, pigmento-laca roja, resinato de cobre, cardenillo, negro carbón vegetal y negro de huesos siempre aglutinados con aceite de lino. Emplearon láminas metálicas de oro puro y de manera puntual plata.

A partir de ahora se podrán apreciar con todo detalle las decoraciones de las vestiduras, que son fundamentalmente a base de medias lunas, formas polilobuladas, cuadrados y círculos, utilizando la técnica del estampillado sin relieve.

El secreto para lograr que la piedra parezca piel rosada
Un apartado destacable son las encarnaciones (el color de la piel). Están aplicadas en capas muy finas, compuestas principalmente por albayalde, carbonato cálcico y bermellón, y de modo general el color que se aprecia es un rosado muy claro.

La segunda policromía, del XVI
La segunda policromía se dataría en el siglo XVI coincidiendo con las modificaciones primeras de la portada exterior y con un momento de importantes obras en el templo.

La utilización del color es diferente a la época medieval. Los azules son azuritas (algunas muy alteradas hoy); para los rojos, utilizan bermellón y laca roja de cochinilla; para los verdes, verde de cobre y para los blancos pigmentos de plomo. Las encarnaciones son de color más intenso que en la primera policromía.

Aunque los materiales que emplearon en la pigmentación no eran tan exclusivos, la singularidad más destacable de esta segunda intervención es la decoración de mantos y túnicas con brocados aplicados, técnica de origen flamenco que consiste en imitar en relieve los ricos tejidos bordados con oro de la época.

Se conservan actualmente en mayor porcentaje en los mantos y túnicas de los profetas y apóstoles.

Las figuras del apóstol Santiago del Parteluz y el Pantocrátor probablemente, según este estudio, también tuvieron decoración con brocados en los mantos, pero no se conservan restos.

La tercera policromía, del siglo XVII
La tercera policromía es la que se encuentra más visible en la actualidad. Se realizaría en el siglo XVII. La paleta cromática utilizada es muy similar a la renacentista. Destaca una mayor presencia de la lámina de oro, que otorga un carácter barroquizante al pórtico.

Un documento único en el archivo
Crispín de Evelino policromó los rostros, manos y pies en 1651, y se dejó constancia de ello en un documento conservado en el archivo de la Catedral, único documento que se conserva sobre las policromías del Pórtico.

A partir de este momento aparecen policromados parciales para reparar las zonas más degradadas, así como veladuras en las figuras y encalados blancos o coloreados en la arquitectura del nártex (nombre que también recibe el pórtico), que se aplicarían a partir del siglo XIX.

El Victoria & Albert Museum de Londres pidió un molde
Un episodio de gran interés, casi detectivesco, es la realización del vaciado en yeso para el Victoria and Albert Museum de Londres en 1866.

Gracias a un convenio de colaboración con la Fundación Barrié y al proyecto europeo ARCHLAB3 se han podido relacionar ambas obras, y se han identificado los materiales empleados para el trabajo y su posible relación con algunos procesos de deterioro.

El hallazgo de un cuchillo con restos de escayola y una caja de cerillas datada en el último cuarto del siglo XIX depositada en una junta del tímpano son pruebas inequívocas de este momento, según han podido constatar los expertos.

Técnicas de nueva generación
El Pórtico estaba en una situación crítica con constantes desprendimientos de material y afectado por mecanismos físico-químicos de degradación de materiales. Además, los productos que se habían aplicado en las últimas intervenciones eran muy poco compatibles con el monumento y agravaban aún más esta situación.

Se han empleado productos y sistemas de nueva generación para la conservación de las policromías, granitos, mármoles y morteros.

Igualmente se ha testado una amplia gama de productos para la limpieza, fijación y consolidación de los materiales, y se los ha sometido a ciclos de envejecimiento en cámaras de ensayos con condiciones similares al Pórtico.

Los criterios de intervención han sido muy conservadores, porque la idea primordial era preservar todos los restos de color conservados.

Se han retirado únicamente los depósitos nocivos acumulados sobre la superficie y que puedan afectar a la estabilidad de los materiales históricos, como la suciedad, las sales, los restos de naturaleza biológica o los morteros de cemento.