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El naranjo milagroso de Santo Domingo en Roma

El naranjo milagroso de Santo Domingo en Roma

En la colina del Aventino, más precisamente en la Basílica de Santa Sabina, se encuentra un naranjo muy especial.

Este fue el primer naranjo que creció en Italia y fue gracias a santo Domingo, que plantó las semillas traídas de España en el año 1220.

Los naranjos provienen del extremo Oriente y producen sus frutos en pleno invierno en zonas más bien cálidas. Por esta razón estos frutos se propagaron solo al sur de Italia, en Sicilia.

Los monjes usaban sus frutos sin desaprovechar nada, su cáscara confitada se usaba para sazonar la comida escasa, en los días y en los períodos previstos por la regla monástica.

Se dice que de este árbol son las cinco naranjas confitadas que Santa Catalina ofreció en 1379 al Papa Urbano VI (1378-1389) para rogarle que actuara con moderación con el antipapa Clemente VII, mostrándole que incluso una fruta agria podía llenarse de dulzura.

Este árbol que plantó santo Domingo en el huerto del convento de santa Sabina es considerado milagroso: muchos fieles durante siglos acudían al convento para obtener algunas hojas y pedir por la intercesión del santo la cura para alguna enfermedad.

El naranjo milagroso de santo Domingo increíblemente sobrevivió hasta nuestros días.

Hubo unos años atrás una fuerte nevada en Roma que dejó el árbol maltrecho y con pocas esperanzas de vida. Entonces, los frailes de la Orden de los Predicadores fundada por el santo, después de una noche de intensa oración, vieron brotar nuevas flores fragantes en las ramas secas del árbol.

El naranjo increíblemente resucitó, regenerándose a partir de sus propias raíces y hoy todos pueden admirarlo a través de un agujero en el muro que da al huerto, al lado de la basílica.

Y quien visita la basílica de santa Sabina, no puede perderse el maravilloso atardecer desde su “Jardín de los Naranjos”, donde se puede admirar una espectacular panorámica de la ciudad de Roma.