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"El ayuno que yo quiero"

Una larga tradición de la piedad cristiana, sin embargo, ha puesto el acento principal de la conversión en las penitencias de distinto signo, más concretamente en el ayuno cuaresmal. Cierto que, dada la condición humana, estos ejercicios de mortificación o de austeridad, como las diciplinas corporales, la mortificación y las privaciones de cualquier tipo que sean, son importantes, incluso beneficiosas para control del caballo desbocado que llevamos dentro, para fortalecer las decisiones de la voluntad, y agilizar el espíritu. San pablo compara estas prácticas con los ejercicios de los atletas que someten el cuerpo a ejercicios de control del cuerpo para alcanzar una corona de laurel. ¡Con cuanta más razón hemos de someternos nosotros mismos a ejercicios parecidos para alcanzar una corona que no se marchita! (1Cor. 9,24-27). También en (1Cor. 16,1-2) hace alusión a la importancia de las colectas en favor de los pobres. ¿Pero, es esta práctica del ayuno y abstinencia lo principal de la cuaresma como signo de conversión auténtica? Veamos.

La ley eclesiástica del ayuno y de la abstinencia cuaresmal

La práctica del ayuno y la abstinencia en la Cuaresma es tan antigua como la propia Iglesia. El ayuno consiste en hacer una sola comida fuerte al día (con desayuno y cena suave o líquida, una «frugal colación») y la abstinencia consiste en no comer carne los días señalados por la iglesia, viernes de cuaresma (canon 1249). La práctica del ayuno y de la abstinencia cuaresmal obliga a todos los fieles de la iglesia. El ayuno no obliga a partir de los 60 años o en caso de enfermedad o debilidad corporal

Desde tiempo inmemorial es práctica en la Iglesia observar la ley del ayuno, pero tiene el mérito y el valor ejemplar de la obediencia a la ley y a la Iglesia. La abstinencia de los viernes que no son de cuaresma puede ser sustituida.

Pero, cabe hacernos varias preguntas; la primera: ¿se cumple con el sentido profundo de la ley observando materialmente estos preceptos, o tendremos que buscar otros sentidos que nos lleven a lo esencial del amor a Dios y al prójimo?

Probablemente, en el origen de esta ley está asemejarnos al pobre que no puede permitirse el lujo de comer estos alimentos, que resultaban caros en la antigüedad, y con el dinero ahorrado compartir con el pobre lo que necesita para subsistir. Hoy, el pescado o ciertos alimentos que no son carne pueden resultar mucho más caros que la carne. ¿Tendría sentido comer caviar o pescados caros, y abstenernos de la carne, sin más?

A mi entender la privación de la carne en cuaresma no solo tiene el sentido de la mortificación o penitencia, sino que debería llevarnos a tomar conciencia de las necesidades de los que carecen de lo necesario para subsistir. Haríamos bien en hacer un presupuesto personal y familiar, notablemente reducido con respecto a los días normales, y con los ahorros ayudar a los más pobres, personalmente, bien a personas cnocidas, bien a través de instituciones eclesiales fiables.

Referencias bíblicas respecto a las prácticas legalistas

Ya en el libro del Deuteronomio se hace referencia a este sentido. De las ofrendas ofrecidas en el templo a través de los Levitas, una parte debía ser destinada a los pobres, emigrantes, huérfanos y viudas, para que coman hasta saciarse (Dt. 26,12-16). Isaías es mucho más explícito: “El ayuno que yo quiero es este: abrir las prisiones injustas, romper las correas del cepo, dejar libres a los oprimidos, destrozar todos los ceposY el salmo 81 dice: “¿hasta cuando daréis sentencias injustas…? Proteged al desvalido y al huérfano, haced justicia al humilde y al necesitado, defended al pobre y al desvalido…”

Jesús es también muy explícito en diversas ocasiones, dejando claro que la mejor ofrenda es la misericordia, no el sacrificio. Ayuno, abstinencia y amor deben ir siempre unidos. Reducir el ayuno a no comer carne los viernes, o no comer nada, es un contrasentido, si no va unido, de alguna manera al amor práctico y concreto a los necesitados; es malinterpretar o descuidar lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad. Jesús recrimina, en múltiples ocasiones, la hipocresía de los maestros de la ley que, por cumplir maniqueamente los preceptos, normas y costumbres de la ley, descuidan lo más importante: el amor, la misericordia, la atención a huérfanos y viudas. Entre los textos más claros están los siguientes:

  • Mt. 9, 12-13, “Andad y aprended lo que significa Misericordia quiero y no sacrificio…”
  • Mt. 25, 31 y siguientes, en los que se destaca que la balanza del juicio final caerá con claridad a favor de los que practicaron la bondad y misericordia con los pobres, rostro visible permanente de Cristo en la tierra para siempre, que nos dirá: lo que hicisteis por uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis.

No obstante, eso no quita sentido a la observancia material del ayuno y de la abstinencia, todo lo contrario, lo facilita y le da su auténtico sentido. Pero apuntemos bien la intencionalidad última del ayuno, de la abstinencia y sacrificios cuaresmales. Y seamos en este tiempo de cuaresma, y siempre, sensibles y generosos en el compromiso de servicio a los pobres. Y no me refiero solo al dinero callejero que se les puede dar, (puede ser una corruptela), sino a otra cosa mucho más valiosa que el dinero, como es el respeto, la acogida, el trato a los pobres como personas normales, dignas de nuestra estima y amistad. También, al tiempo que podemos dedicar a su servicio, la moneda más preciosa que poseemos, (”el tiempo es oro”). En todas las parroquias hay servicios o instituciones de caridad, pongámonos, esta cuaresma, a disponibilidad de estas instituciones.

Santo tiempo de cuaresma para todos, camino de conversión hacia la pascua, en el servicio al que necesita nuestra acogida y amistad.

P. Félix Villafranca