Es quizá, más conocido por datos anecdóticos y los milagros que realizó, que por los rasgos fundamentales de su santidad.
A San Antonio de Padua se le ha conocido siempre como una figura carismática, universalmente invocado y venerado, el hombre que construyó su vida sobre la vida de Cristo.
Hoy, al santo de Padua se le llama simplemente "El Santo", "El Santo de los Milagros", "El Santo de todo el mundo". Es cierto que se le venera como doctor de la Iglesia, pero la devoción popular, cada día más extendida, lo hace desde el culto "al taumaturgo", experiencia religiosa que se ha dado a conocer como "Fenómeno Antoniano".
Un periodista francés escribió. "He visto junto a la tumba de San Antonio hombres de toda clase y condición. movidos por una fe sincera, deseosos de encontrar en la vida y en la obra de este hombre una luz que nos guíe en medio de las tinieblas en que la sociedad nos ha obligado a vivir".
Desde el ruido que armaron aquellos chiquillos de Padua el día que murió el santo hasta hoy, millones de personas siguen arrodillándose ante él.
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