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Concluye en Madrid el XXI Congreso Católicos y Vida Pública

Concluye en Madrid el XXI Congreso Católicos y Vida Pública

El cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino, fue el encargado de presentar el pasado 7 de noviembre a las 12:00 horas, el XXI Congreso Católicos y Vida Pública, organizado por la Asociación Católica de Propagandistas y la Fundación San Pablo CEU. 

Tras tres días de reflexiones y diálogos, que comenzaron el viernes 15 de noviembre, fue clausurado el domingo 17 el Congreso Católicos y Vida Pública celebrado en el Campus de Moncloa de la Universidad CEU San Pablo de Madrid en su edición número 21 con el tema "Libertad para educar, libertad para elegir".

El evento concluyó con una Eucaristía presidida por el Cardenal Carlos Osoro, Arzobispo de Madrid, y un acto de clausura con lectura del Manifiesto que recoge las conclusiones de los grupos de trabajo y las ponencias que se han desarrollado durante las tres jornadas del Congreso, organizado por la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) y la Fundación Universitaria San Pablo CEU.

En el Manifiesto, que fue leído por la propagandista Clara Díez de Rivera, se recuerda que la libertad de enseñanza - que está reconocida en el artículo de la Constitución española -, reúnen un conjunto de libertades: "la libertad de creación de centros, la libertad de elección de tipo y modelo de educación, la libertad de elección de formación religiosa y moral de los hijos de acuerdo con las convicciones de los padres y la libertad de cátedra".

En el Manifiesto también se señala enfáticamente que "la familia, los padres, tienen el derecho original, primario e inalienable a la educación de los hijos", y que, por lo tanto, "el Estado y los centros son subsidiarios de la familia".

"El Estado no es, en la España actual, el titular del derecho a la educación, sino su garante, pero existe el peligro de que, como en tantos otros ámbitos, el Estado quiera extender su esfera de actuación", se advierte.

También se expresa que "se impone la necesidad de la emergencia de la familia, fuerte, unida y formada con adultos que sean testigos de vida y esperanza, y ofrezcan luz y criterio a los niños, jóvenes y adolescentes".

Asimismo - refiere el Manifiesto -, "urge la necesidad de formar comunidades y familias que se ayuden y se unan para dar criterio también a familias en crisis, que necesitan ayuda"; así como "una mayor implicación de los padres en los centros a través de las APAS - Asociación de Madres y Padres de Alumnos - y Consejos Escolares".

En definitiva se necesita "una sociedad civil y familiar fuerte, unida y dispuesta a afrontar los restos y desafíos del presente", indica el documento.

Dichos retos son: el adoctrinamiento ideológico de género, los elementos educadores paralelos de los hijos, como son las redes sociales; y la educación afectiva y sexual tomada de la antropología cristiana.

En el Manifiesto también se habla de la importancia de que los padres de familia cuenten con la opción de una educación inclusiva y una educación especial:

"El Estado debe comprometerse y dotar de los recursos adecuados, tanto materiales como personales, con la finalidad de garantizar el éxito de la educación inclusiva como tal. Esto conlleva la subvención y proporción de ayudas necesarias para formación del profesorado y adaptar las instalaciones a las necesidades de todas las personas. Los centros educativos deberán disponer de metodologías innovadoras que facilitan el aprendizaje a todos los alumnos".

El documento igualmente hace mención de la escuela católica, recordando que ella tiene la obligación de atender su misión específica, es decir: Comunicar a Cristo.

"Para poder hacerlo (...) la escuela católica debe configurarse en calve de evangelización, en clave de primer anuncio. Si no, no será fiel a su misión en este tiempo", detalla el Manifiesto.

Asimismo, "la escuela católica debe dar testimonio público de su fe, a pesar de la posible persecución. Defender la vedad y el bien común, en lugar del particular".