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La fe llena la Puerta del Sol

Con el fin de 2020, el año de la pandemia, llegó uno de los momentos que permanecerán en la memoria colectiva de los españoles durante décadas. A apenas segundos de que sonaran las campanadas que inaguraban el 2021 en una Puerta del Sol desierta, Nacho Cano (piano y voz), Myriam Frutos (voz principal), líder del grupo musical Kuve, y un pequeño coro interpretaron Un año más, popular tema de Mecano, como homenaje a las víctimas de la COVID-19.

En esa sencilla y emotiva actuación, en la que se fijaron millones de españoles en directo y también más tarde a través de las redes sociales, hubo espacio para la trascendencia y la presencia de la Iglesia en estos momentos tan difíciles. Por expreso deseo de Nacho Cano, impulsor de este recuerdo, durante la canción se intercalaron imágenes de distintos colectivos: sanitarios, bomberos, personas con discapacidad, una familia… y también sacerdotes, que bailaban al compás de la canción en la parroquia Nuestra Señora del Pilar, en Madrid.

Entre ellos se encontraban Toño Casado, con quien contactó Nacho Cano, y Vicente Esplugues, que ejerció como capellán en  la morgue del Palacio de Hielo. «Me llamó Cano y me dijo que quería que también saliesen sacerdotes junto a otros colectivos importantes. Él valora la labor que hacen los curas en esta situación y el acompañamiento que ofrecen. Además, es una persona muy espiritual. Siempre lo ha sido», afirma Casado en conversación con Alfa y Omega

En su opinión, es muy importante que la Iglesia haya aparecido públicamente de manera normal: «Sin complejos. Somos los que somos, pero aportamos mucho».

La presencia de la fe en la Puerta del Sol, sin embargo, no se limitó a la aparición de los sacerdotes en el vídeo. También se hizo visible a través de un gesto del propio Nacho Cano. El artista llevó colgando del cuello –y durante los ensayos y en las entrevistas previas– la cruz de uno de los siete capellanes que  ofrecieron atención espiritual en el hospital de IFEMA en los peores momentos de la pandemia en Madrid.

Era el crucifijo del sacerdote Juan Jolín: «Un amigo común me dijo que Nacho Cano quería llevar una cruz y que él le había propuesto que portara la de un capellán de IFEMA, al tratarse de un homenaje a los que habían padecido y fallecido por la COVID-19. Y se la envié». Como había pertenecido a su madre, ya fallecida, y no se quería desprender de ella, ha vuelto a las manos del capellán, que ha enviado otra parecida al artista.

Jolín valora el gesto de Nacho Cano e intuye que su intención, por lo que ha visto, era la de que se notara que portaba el crucifijo y de manifestar que no se avergonzaba de ello. «La cruz es símbolo del amor, de la libertad, del misterio del dolor… pero, sobre todo, es amor». «El gesto tiene bastante profundidad. No es solo llevar una cruz, sino a toda la gente que lo ha pasado mal, que ha sufrido», concluye.