
Aunque los números sean fríos, pueden ayudarnos a percibir la dimensión de la catástrofe humanitaria que el desbordamiento de los ríos y las consiguientes inundaciones de áreas densamente pobladas, han provocado en el país:
- 35 muertos reconocidos por el momento, aunque se espera que el número aumente cuando bajen las aguas en las zonas inundadas.
- 700.000 damnificados.
- 11.000 personas desplazadas en 165 albergues de COPECO (Comité Permanente de Contingencias), sin contar los miles que han buscado refugio en casas de familiares y amigos u otras instituciones.
- 20 puentes destruidos, 24 dañados y 905 carreteras con daños de consideración.
Frente a esta inundación de las aguas y de la desgracia, se está produciendo también en el país una inundación de la solidaridad. Un claro ejemplo de ello es el trabajo que se está realizando en la Parroquia San Vicente de Paúl en San Pedro Sula, dirigida por los Padres Paúles (o Padres Vicentinos, como decimos en Honduras); desde el primer momento se ha organizado la recepción y distribución de donativos para los afectados; tratando de distribuir alimentos de primera necesidad, comida preparada, agua, medicinas, artículos de higiene, ropa… y todo aquello que pueda ayudar en estos momentos en los diferentes albergues, así como, apoyando a las parroquias que tenían mayor cantidad de población afectada. Aproximadamente, con la ayuda de un gran grupo de donantes y de voluntarios, se han estado distribuyendo 3.000 provisiones diarias desde el inicio de las inundaciones.
El trabajo está lejos de terminarse, en pocos días los damnificados comenzarán a volver a sus hogares, donde la mayoría lo han perdido todo; por ello, nuestra solidaridad no debe terminar, debemos seguir haciendo efectiva nuestra caridad mientras continúe el sufrimiento de esta población, tal como nos lo enseñó San Vicente.
Invitamos a todos aquellos que sientan como propio el dolor de sus hermanos hondureños, a que colaboren con nosotros en este momento de especial necesidad. Todo acto de amor, por pequeño que sea, transforma este mundo en que vivimos en un lugar mejor.
P. Enrique Alagarda, C.M.
San Pedro Sula, 8 de noviembre de 2020.