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San Antonio de Padua y San Pío unidos por su devoción al Niño Jesús

San Antonio de Padua y San Pío unidos por su devoción al Niño Jesús

La inmensa mayoría de las imágenes personifican a San Antonio de Padua llevando al Niño Jesús en sus brazos.

La idea de evocar al Santo paduano con el pequeño Jesús tiene relación con una visión que tuvo San Antonio pocos días antes de su muerte, cuando el Hijo de Dios, hecho niño, se le presentó alegrando enormemente su corazón.

De acuerdo con los biógrafos de San Antonio de Padua, el hecho ocurrió el 19 de mayo de 1231, unas semanas antes de su muerte y después de haber predicado su última Cuaresma en Padua.

El taumaturgo se retiró a Verona, al castillo de su amigo el conde Tirso. Allí, buscaba calmar en algo los sufrimientos que le había traído la enfermedad, razón por la cual el santo mandó construir una pequeña cabaña en el bosque que circundaba el lugar.

Es esta cabaña -lugar en el cual San Antonio pasaba la mayor parte del tiempo dedicándose a la oración y meditación sintiendo ya la cercanía de su muerte- donde se le presenta el Niño Jesús, cuentan que el pequeño apareció luminoso y sonriente alegrando el corazón del santo, quien lo tomó dulcemente en sus brazos.

 Su amigo, el conde Tirso, se sintió atraído por la luz que envolvía la celda de San Antonio, y asistió conmovido a esta escena. Pudo observar cómo San Antonio tenía delante de sí, y entre sus brazos, al pequeño Jesús. El santo se percató de la presencia del conde y le pidió no contar lo que había visto. Tras la muerte de San Antonio, el conde reveló lo ocurrido.

San Antonio de Padua fue un enamorado de Jesús, y así lo expresaba en uno de sus sermones:

"Jesús es un nombre dulce, nombre delicioso, nombre que alimenta al pecador y le da dichosa esperanza; nombre que es, como dice San Bernardo, júbilo para el corazón, melodía para el oído y miel para la boca."

"Recordemos que Cristo fue concebido en Nazaret, nació en Belén y fue crucificado en el sitio más alto de Jerusalén. Así Cristo es concebido en humildad, nacido en caridad, que es la casa del pan, y es crucificado en la exaltación", decía San Antonio en otro de sus sermones cobre la Encarnación del Señor.

La devoción de San Pío de Pietrelcina, Padre Pío, al Niño Jesús era también muy especial. Prueba de ellos es la preciosa estatuilla del Dios Infante que conservaba en su celda: una imagen de 60 centímetros de altura esculpida en madera que muestra al pequeño Jesús bendiciendo con su mano derecha y enseñando su Corazón con la izquierda.

A esta bella imagen, la llaman el "Banbinello dei baci" -"El Niño Jesús de los besos"-, porque el Padre Pío no se cansaba de besarla.

Varias personas que conocieron al santo atestiguan que tuvo varias experiencias místicas con el pequeño Hijo de Dios. 

La primera conocida ocurrió en 1911, cuando Padre Pío vivía en el convento italiano de Venafro. Cuentan que de manera repentina cayó en un profundo éxtasis cuando se le presentó el Niño Jesús, pero de un modo especial, ya que se apareció con los estigmas de la crucifixión. Para algunos este era un mensaje para el santo capuchino, quien siempre habló de la relación entre la Navidad y la Pascua de la Resurrección.

Unos años después, en septiembre de 1919, el Padre Pío vivió otra experiencia con Jesús Niño. Este hecho fue narrado por el Padre Padre Raffaele de Sant'lia a Pianisi en sus manuscritos. El sacerdote fue testigo de cómo el santo llevaba en sus brazos al Divino Infante:

"Dormía en una celda estrecha, casi enfrente al número 5, que era del Padre Pío. La noche entre el 19 y 20 no podía dormir. Hacia media noche me levanté, asustado. El pasillo estaba sumergido en la oscuridad, rota solo por la luz tenue de un candil de petróleo. Mientras estaba a la puerta para salir, veo pasar al Padre Pío, todo luminoso, con el Niño Jesús en brazos. Avanzaba lentamente murmurando oraciones. Pasa delante de mí, todo radiante de luz, y no advierte mi presencia. Sólo algunos años después he sabido que el 20 de septiembre era el primer aniversario de sus llagas".

Un tercer momento místico del Padre Pío con el Niño Jesús conocido ocurrió en la Nochebuena de 1922. Lucía Lazanda, hija espiritual del fraile capuchino, vio cómo el santo, cuando se preparaba para la Vigilia de Navidad, se detuvo ante una ventana y con un muy luminoso rayo de luz apareció el Niño Jesús en sus brazos.