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Hambre en el sur de Madagascar

Madagascar es uno de los cinco países más pobres del mundo. En todas partes de la isla la mayoría de la gente vive en condiciones difíciles. El extremo sur se encuentra en una situación especialmente crítica, no sólo por el coronavirus, que ha hecho que muchas personas pierdan su trabajo, sino sobre todo por la sequía que ha sido un gran problema durante años. La población de esta región siempre ha sufrido de escasez de alimentos, que se ha visto dramáticamente agravada en los últimos años por el cambio climático. En los dos últimos años no ha habido temporada de lluvias en esta parte meridional de Madagascar, y los cultivos alimentarios han escaseado, mientras que el ganado, las cabras y las aves de corral se mueren de hambre. Los habitantes de los matorrales comen botagne (ceniza y tamarindo) para satisfacer su hambre.

Los niños en particular se encuentran en estado de desnutrición. En junio se suspendió un programa de nutrición del gobierno. Ahora, en octubre, se ha estima que el número de niños de 6 a 59 meses que sufren de malnutrición aguda es de 14.332.

Frente a esta hambruna, la Familia Vicenciana de la región no podía permanecer indiferente. El Padre Alexander, Provincial de los Lazaristas, decidió no dejar el uso de los donativos recibidos sólo a los Lazaristas, sino confiarlo a una comisión de la Familia Vicenciana (Congregación de la Misión, sacerdotes diocesanos, Hijas de la Caridad, AIC, AMM, Sociedad de San Vicente de Paúl, voluntarios cristianos, incluidos los protestantes), porque sabía que la unidad significa la fuerza. El papel de esta Comisión es plantear una estrategia para combatir la hambruna de manera más efectiva. En función de las donaciones recibidas, se seleccionarán los destinos y se considerará qué ayuda se puede proporcionar y cómo se pueden entregar las distintas donaciones (alimentos, agua, dinero, semillas, etc.) a las personas afectadas.

También se ha formado un pequeño equipo de tres sacerdotes y tres Hijas de la Caridad para organizar la ayuda a nivel local. Su tarea es, entre otras actividades, movilizar a los miembros de la Familia Vicenciana para que vayan de puerta en puerta en las parroquias afectadas para analizar la situación de cada hogar.

Gracias a los esfuerzos de la Familia Vicenciana local, hemos podido obtener información en cada sitio muy rápidamente. Se nos informó del número de víctimas y del número de familias afectadas. Y cada lugar ya nos ha dicho cómo el equipo local podría empezar a ayudar, por ejemplo, cuántos kilos de arroz por familia o por persona se necesitan. Así que decidimos comprar 53 toneladas de arroz blanco en bolsas de 50 kilos. En lugar de dar dinero a cada familia para comprar agua, se sugirió que alquiláramos un camión cisterna. Hasta ahora todo va bien“, informa el Padre Pierrot Martin Rakotoarison, CM.

Pero también escribe: “Según lo que hemos aprendido, esto no será suficiente, a pesar de la cantidad de arroz ya distribuida. Necesitamos más, porque esta hambruna podría durar hasta enero de 2021“.