
«La crisis de la Iglesia es, sobre todo, una crisis del clero. (…) Ha llegado la hora de los laicos firmes y decididos, sobre todo en los nuevos medios de comunicación católicos independientes». Es un pasaje importante de la intervención que hizo mons. Gänswein en Roma la semana pasada, y que merece la pena recordar.
Ya hemos hablado de la importante intervención que hizo mons. Georg Gänswein, prefecto de la Casa Apostólica y secretario personal de Benedicto XVI, la semana pasada en Roma. Hablaba del encuentro con Rod Dreher, el periodista americano autor de la “Opción Benedictina”; en esa ocasión, abordó sin tapujos la gravedad de la crisis actual de la Iglesia, llegando a definir el escándalo de los abusos sexuales como «el 11 de septiembre de la Iglesia».
No obstante, hay un pasaje de su intervención que ha pasado inobservado y que, en cambio, merece ser resaltado, porque representa un juicio nuevo y original que nos concierne directamente. Indicando como ejemplo el trabajo periodístico de Dreher, Mons. Gänswein ha afirmado: «La crisis de la Iglesia es, sobre todo, una crisis del clero. (…) Ha llegado la hora de los laicos firmes y decididos, sobre todo en los nuevos medios de comunicación católicos independientes».
Es un reconocimiento sin precedentes al trabajo de blogs y de portales online como el nuestro, que en estos años se han comprometido en dar razón de su fe y afirmar lo que ha enseñado la Iglesia durante dos mil años. No es sólo una denuncia de los males que afligen a la Iglesia, si bien en tiempos de omertà y encubrimiento de inmoralidades que quieren convertirse en doctrina, también esto es necesario. Es también un trabajo de construcción, de recuperación del Magisterio de la Iglesia, de las razones de las verdades reveladas, de relatar las historias y los acontecimientos que manifiestan la belleza de vivir la novedad de Cristo. «Una mano para combatir y una mano para construir», decía San Luis María Grignion de Montfort describiendo las almas llamadas por la Virgen a hacer frente a los enemigos de Dios.
El de mons. Gänswein es también, indirectamente, un juicio perentorio sobre cierta prensa católica “oficial” (un caso sobre todo italiano) claramente enferma de clericalismo, conformismo y corrección eclesial. Lo hemos podido ver también en las últimas semanas: todas las energías se han centrado en arrastrar por el fango a quien dice la verdad, a quien pide explicaciones sobre un sistema de corrupción que pretende alejar a la Iglesia de las enseñanzas de Jesús. Periodistas acostumbrados a distribuir patentes de catolicidad (uno de ellos, en más de una ocasión en estos últimos tiempos, nos ha etiquetado como “portal presuntamente católico”), a corregir con tinta roja a esos compañeros de profesión que escriben cosas distintas de las deseadas, a actualizar puntualmente la lista de los buenos y los malos, a acusar de improbables conspiraciones contra el Papa y así sucesivamente. Todo con tal de no enfrentarse a la realidad, todo para desviar la atención de la única actitud que hoy, como en los tiempos de san Benito, es necesaria para redescubrir lo esencial: Quaerere Deum, buscar a Dios. Es lo que ha recordado mons. Gänswein citando el memorable discurso de Benedicto XVI en el Collège des Bernardins de París, el 12 de septiembre de 2008, ante la élite intelectual francesa. Esto es lo que debería impulsar nuestras jornadas.