Usted está aquí

Francisco: «Cuando la Iglesia se detiene, se enferma»

La misa tuvo lugar en la explanada del Santuario Nacional de Šaštín, un lugar que, durante los últimos tres siglos, ha sido destino de peregrinaciones por parte del pueblo eslovaco. “María es el camino que nos introduce en el Corazón de Cristo, que ha dado la vida por amor a nosotros”, dijo el Papa al comienzo de su homilía.

Francisco invito a ver a María como modelo de Fe y a reconocer tres características de esa fe: el camino, la profecía y la compasión.

 

María se puso en camino, dijo Su Santidad, “a la comodidad de la rutina prefirió las incertidumbres del viaje; a la estabilidad de la casa, el cansancio del camino; a la seguridad de una religiosidad tranquila, el riesgo de una fe que se pone en juego, haciéndose don de amor para el otro”.

La Virgen es modelo de la fe de este pueblo eslovaco, una fe que se pone en camino, señaló el Papa. “Y, caminando, ustedes vencen la tentación de una fe estática, que se contenta con cualquier rito o tradición antigua, y en cambio salen de ustedes mismos, llevan en la mochila las alegrías y los dolores, y hacen de la vida una peregrinación de amor hacia Dios y los hermanos. ¡Gracias por este testimonio!”, exclamó Su Santidad.

“Cuando la Iglesia se detiene, se enferma; cuando los obispos se detienen, enferman a la Iglesia; cuando los sacerdotes se detienen, enferman al pueblo de Dios”, aseguró Su Santidad.

No se puede reducir la fe a azúcar que “endulza la vida”, dijo el Papa más adelante. “Jesús es signo de contradicción. Ha venido para llevar luz donde hay tinieblas, haciéndolas salir al descubierto y obligándolas a rendirse. Por eso las tinieblas luchan siempre contra Él”, explicó.

“Ante Jesús no se puede permanecer tibio, con “el pie en dos zapatos”. No, no se puede. Acogerlo significa aceptar que Él desvele mis contradicciones, mis ídolos, las sugestiones del mal; y que sea para mí resurrección, Aquel que siempre me levanta, que me toma de la mano y me hace volver a empezar. Siempre me levanta”, indicó el Santo Padre.

“No se trata de ser hostiles al mundo, sino “signos de contradicción” en el mundo. Cristianos que saben mostrar con su vida la belleza del Evangelio, que son tejedores de diálogo allí donde las posiciones se endurecen, que hacen resplandecer la vida fraterna allí donde a menudo en la sociedad hay división y hostilidad, que difunden el buen perfume de la acogida y de la solidaridad allí donde los egoísmos personales los egoísmos colectivos predominan con frecuencia, que protegen y cuidan la vida donde reinan lógicas de muerte”, señaló el Sucesor de Pedro.

María dolorosa está al pie de la cruz, manifestó el Papa, “no escapa, no intenta salvarse a sí misma, no usa artificios humanos y anestésicos espirituales para huir del dolor”. Y también nosotros nos abrimos a una fe “que no se queda en lo abstracto, sino que penetra en la carne y nos hace solidarios con quien pasa necesidad”.

 

Después de la misa, el Pontífice se despidió del pueblo eslovaco. “En esta Eucaristía he dado gracias a Dios, que me ha permitido estar entre ustedes y concluir mi peregrinación en el abrazo devoto de vuestro pueblo, celebrando juntos la gran fiesta religiosa y nacional de la Patrona, la Virgen Dolorosa”, confesó el Santo Padre.

Francisco dio las gracias a los obispos por preparar el viaje, y renovó su gratitud a Zuzana Caputova, presidente de Eslovaquia “y a las autoridades civiles”.

Después de la misa, el Papa se dirigió al aeropuerto de Bratislava para la ceremonia de despedida; ahora, vuela a Roma, donde aterrizará a las 15.30.