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Cardenal Tolentino: "Queremos pedirte hoy, Señora de Fátima, que ilumines el dolor de todos, sin fronteras ni distinciones"

La Iglesia católica se enfrenta al "desafío de reflexionar sobre el sentido de la vida, sobre sus prioridades, sobre lo que es esencial", dijo el cardenal Tolentino Mendonça, en los momentos iniciales de la peregrinación del 13 de mayo, en Fátima. Y debe aceptar, añadió, su propio "trabajo de reconfiguración" siempre necesario "para que cada comunidad sea una respuesta a las necesidades".

Los santuarios desempeñan hoy un papel fundamental y Fátima, en concreto, "es una síntesis de la religiosidad tradicional de los portugueses y del mundo católico", con la característica de ser un "lugar de gran modernidad", dijo el cardenal José Tolentino Mendonça, en la tarde del día 12, en Fátima, antes del inicio oficial de la Peregrinación del Aniversario de Mayo, que él preside.

Fátima, en concreto, y los santuarios se han convertido para muchos "también en el lugar de un primer contacto con la fe cristiana, con la experiencia de la peregrinación" y la búsqueda de sentido, incluso cuando, en algunos casos, la gente se acerca a estos lugares "sin saber realmente lo que busca", añadió el bibliotecario vaticano.

"Fátima ofrece esta posibilidad de un gran encuentro: no tiene puertas, es un lugar donde todos pueden entrar". Y la peregrinación, dijo, revela "motivos muy diferentes" que la gente lleva en su corazón, pero traduce la apertura a una "experiencia espiritual, a una experiencia de Dios, y Fátima ofrece esa posibilidad de un gran encuentro, porque es una gran iglesia, una gran plaza que no tiene puertas y todos pueden entrar".

El propio cardenal quiso repetir la experiencia de llegar a Fátima a pie. Con algunos amigos de la familia, en la mañana del día 12, partió de la zona de Porto de Mós. "Yo también partí a pie y así llegué a Fátima. Quería sentir lo que sentían todos los peregrinos".

El responsable de la Biblioteca y Archivo Apostólico del Vaticano también afirmó en la rueda de prensa que Fátima y los santuarios deben permitir, en este tiempo de pandemia, "pensar en los instrumentos de reconstrucción del mundo". Esta crisis empieza siendo una crisis sanitaria, añadió, "pero luego es una crisis multidimensional, que toca todos los aspectos de la vida y es muy importante que no se convierta en una crisis de esperanza".

Por la tarde, después de la procesión de las velas, el cardenal Tolentino dijo, dirigiéndose a la Virgen: "Queremos pedirte hoy, Señora de Fátima, que ilumines el dolor de todos, sin fronteras ni distinciones, que ilumines el dolor de los cercanos y de los lejanos, de los creyentes y de los no creyentes, como si fuera uno solo. Que escuches en el silencio de esta noche la fatiga y el esfuerzo, la soledad y las lágrimas, el cansancio y las necesidades de todos. Que veles por la gran familia humana herida. Y movilizarnos todos para el reto urgente de consolar, cuidar y reconstruir".

En la celebración vespertina, el cardenal Tolentino tuvo ante sí un mar de velas que volvió a llenar la noche de Fátima, después de que el año pasado apenas se produjera. Tras referirse a las "otras crisis" desencadenadas por la pandemia y retomando la idea de la esperanza, afirmó: "Necesitamos la esperanza para mirar más adelante, para ganar confianza y para compartir. Necesitamos la esperanza para transformar los obstáculos en caminos y los caminos en nuevas oportunidades. Necesitamos esperanza para estar más unidos, para construir sociedades éticamente cualificadas, sociedades que realicen la justicia social y la fraternidad entre todas las personas".

En declaraciones a los periodistas, Tolentino Mendonça recordó otros periodos recientes en los que la humanidad ha pasado por grandes dificultades colectivas, como la pandemia de gripe española de hace 100 años o la Segunda Guerra Mundial. "Siempre que fue necesario reconstruir el mundo y la vida, siempre que fue necesario empezar de nuevo, la dimensión espiritual fue una dimensión clave", dijo.

Defendiendo que esta dimensión debe estar presente también en la necesidad de pensar en la reconstrucción espiritual de Europa", el cardenal añadió que todos necesitamos "consuelo, necesitamos todavía muchos cuidados: todo este dolor debe servirnos y que podamos partir de este momento hacia sociedades y modelos de vida también individuales y éticamente cualificados, más humanos, más fraternos y creo que también más espirituales".

La Iglesia, como conjunto de comunidades cristianas, no puede quedar al margen de este ejercicio de reconstrucción y tiene ante sí el "reto de reflexionar sobre el sentido de la vida, sobre sus prioridades, sobre lo que es esencial, sobre lo que nos hace felices"; y también, añadió, el de reforzar y aceptar su propio "trabajo de reconfiguración" siempre necesario "para que cada comunidad sea una respuesta a las necesidades".

Es necesario que las comunidades cristianas tradicionales "se fortalezcan, crezcan y tengan un renovado dinamismo espiritual", sugirió el cardenal. La pandemia debe llevar incluso a "repensar, reconfigurar, quizás encontrar nuevos lenguajes, nuevos instrumentos o una nueva adaptación a la realidad". Resumió: "Es un tiempo de desafío también para la Iglesia: la dificultad que siente el mundo se experimenta también dentro de la Iglesia y [sus] comunidades. Pero, al mismo tiempo, es un momento de gran esperanza".

Para el cardenal, como diría en la homilía de la tarde, es importante saber construir un patrimonio de preguntas. "Estos meses han sido difíciles, pero no han sido en vano: a nuestros corazones han llegado, por ejemplo, tantas preguntas", dijo. "Y no preguntas banales, que pueden convertirse en un trampolín para el futuro. Cuestiones sobre el sentido de la vida, sobre qué es en definitiva lo más importante a salvaguardar, sobre los cambios de rumbo que hay que hacer en nuestras vidas y en nuestras sociedades. Las turbulencias de la pandemia también nos desinvitaron y nos ayudaron a identificar lo esencial con mayor claridad. (...) que todo este sufrimiento nos haga mejores: más espirituales, más humanos y más fraternos".

En este plan, el cardenal António Marto, obispo de Leiria-Fátima, insistió, en la rueda de prensa celebrada a última hora de la tarde, sobre las vacunas: "La inmunización extensiva debe considerarse un bien común universal y, por tanto, la distribución de vacunas no puede obedecer a otro criterio que el de la salud pública. No es aceptable ni comprensible que se convierta en un arma geopolítica". No es aceptable ni comprensible que se convierta en un arma geopolítica.