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San Juan Evangelista y otros apóstoles

San Juan evangelista en la ista de Patsmos 1505 hieronymus

En primer lugar, que, fiel al mandato de Cristo, veló constantemente por la Santísima Virgen. Además, que estuvo largo tiempo en el Asia Menor, donde, según San Ireneo y Tertuliano, fue el último representante del Colegio Apostólico, y tuvo como discípulos a San Ignacio de Antioquia, San Policarpo de Esmirna y Papías de Hierápolis.

Es conocida también la tradición de que, durante la persecución de Domiciano, San Juan fue conducido a Roma, azotado y metido en una caldera de aceite hirviendo, de la que salió ileso. Luego fue desterrado a Patmos; pero, muerto Domiciano el año 96, pudo volver a Éfeso, donde murió, hacia el año 100.

El Evangelio y el Apocalipsis de San Juan

San Juan Evangelista es célebre, sobre todo por sus escritos. Estos son: el Evangelio de su nombre, el Apocalipsis y tres epístolas. El Apocalipsis lo compuso probablemente hacia el año 95. El Evangelio y las epístolas, hacia el fin de su vida.

Todos ellos se distinguen por su misticismo y profundidad de pensamiento. Sobre todo, su Evangelio va encaminado a dar a conocer la divinidad de Jesucristo, para lo cual pasa por alto muchos hechos referentes a su vida exterior, e insiste en el desarrollo de su doctrina y en las pruebas de su divinidad. Por esto mismo, los racionalistas modernos hacen toda clase de esfuerzos por negar a San Juan la paternidad del cuarto Evangelio. Pero, en buena crítica, no puede negarse que San Juan es su autor, como lo es asimismo del Apocalipsis y de las epístolas que llevan su nombre.

Santiago el Menor

De Santiago el Menor, poseemos una referencia en San Pablo (Gá., 1, 19) y otra en los Hechos de los Apóstoles (15, 1 y s.). De ello se deduce que ocupaba en Jerusalén un lugar de preeminencia. Por esto se dirige a él San Pablo, y en el Concilio de  Jerusalén toma la palabra después de San Pedro. La tradición atestigua que fue el primer obispo de Jerusalén.

Sabemos, además, que es autor de la epístola llamada canónica, tan denigrada por Lutero. Según atestigua Flavio Josefo (Antig., 20, 9, 1), hacia el año 62, fue arrojado desde lo alto del templo y apedreado. Se distinguió por la bondad de carácter.

Santo Tomás

Según la tradición, predicó el Evangelio entre los partos, en Persia y Etiopía. Mas, sobre todo, es conocida otra tradición sobre su predicación en la India, de la que serían todavía testimonio los llamados cristianos de Santo Tomás. Según algunas excavaciones recientes, parece confirmarse esta tradición.

Los demás Apóstoles

De ellos, fuera de lo que nos refieren los Hechos de los Apóstoles, apenas tenemos noticia alguna que ofrezca garantías de seguridad. Eusebio refiere que San Andrés predicó el Evangelio en el Asia Menor y luego en Escitia. Son conmovedores los afectos que dirigió a la cruz antes de ser crucificado en ella, según una tradición. Otras tradiciones se refieren a San Bartolomé, San Felipe, San Matías, San Judas Tadeo y San Bernabé. San Mateo escribió ciertamente su Evangelio, que según la tradición, compuso hacia el año 50 en arameo y luego en griego.

Asimismo nos habla la tradición de algunos otros discípulos inmediatos de Jesús y de los Apóstoles. De San Marcos nos atestigua que, después de acompañar a San Pablo y a San Bernabé, se unió con San Pedro en Roma, y, sobre la base de su predicación, compuso su Evangelio. Asimismo, que fue el fundador  y organizador de la Iglesia de Alejandría, tan importante desde su principio.

Sobre San Lucas, consta que acompañó a San Pablo desde su segundo viaje, y escribió su Evangelio sobre el fundamento de la predicación del gran Apóstol. El año 63 debió componer el libro de los Hechos de los Apóstoles. La tradición nos refiere que era médico y pintor. Esta misma nos presenta a Tito, consagrado por San Pablo obispo de Creta, y a Timoteo, de Éfeso.