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Nacidos de la Luz

Escritor

Así fue desde lo principio hasta hoy. El anhelo de belleza encontró en él su cumplimiento. El Verbo (logos) se hizo carne y habitó entre nosotros (Xn 1,14). Es decir, la razón (logos) que dio  orden a las cosas y al tiempo, la Belleza que se asoma en todas las bellezas, la Bondad que brila en los gestos más humanos, se hizo carne, como cada uno de nosotros, en la humanidad de Jesús de Nazaret. Hoy vive en la Iglesia. Es esta humanidad nueva, real y atractiva, la que el mundo necesita. Por eso anunciar la Navidad es costumbre establecida ya en la antigua iglesia.

2. Tenemos testimonios como en la Iglesia de Jerusalén, tal como nos cuenta la gallega Egeria, que en la primera parte del siglo IV acude a la celebración navideña en aquella Iglesia, que era como una representación litúrgica que se iba haciendo en las diversas iglesias de la ciudad. También hay testigos de esta celebración en la Iglesia de Roma, de la cual conservamos el canto del anuncio navideño llamada Kalenda. La Kalenda es la lectura que se hacía de víspera para contar el testimonio de los santos de los que se celebraba la fiesta al día siguiente. De aquí pasó a los monasterios e iglesias de toda Europa a los comienzos de la Edad Media. Allí, en la hora de prima del 24 de Navidad, se canta la Kalenda en el oficio litúrgico. Una traducción libre, hecha desde el latín dice, más o menos, de este modo: “Os anunciamos, hermanos, una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo; escuchadla con corazón gozoso. Habían pasado miles y miles de años desde que, al principio, Dios creó el cielo y la tierra e hizo al hombre a su imagen y semejanza; y miles y miles de años desde que cesó el diluvio y el Altísimo hizo resplandecer el arco iris, signo de alianza y de paz. Cerca de dos mil años después de que Abrahán, nuestro padre en la fe, dejó su patria; 1.250 años después de que los israelitas, guiados por Moisés, salieran de Egipto; mil años después de la unción de David como rey; en el año 752 de la fundación de Roma; en el año 42 del imperio de Octavio Augusto, mientras sobre toda la tierra reinaba la paz, hace 2018 años, en Belén de Judá, villa humilde de Israel, ocupada entonces por los romanos, en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada, de María virgen, esposa de José, de la casa y familia de David, nació Jesús, Dios eterno, Hijo del eterno Padre y hombre verdadero llamado Mesías y Cristo, que es el Salvador que la humanidad esperaba”.

3. El desarrollo de la liturgia, que ensambla fe y vida, cuando el latín deja de ser comprendido por el pueblo, la gente expresa su religiosidad con formas de representación dentro de iglesias y catedrales, dando origen a las representaciones sagradas y al teatro. Estos actos para-litúrgicos tienen su origen en la Pasión y la Pascua, y, a imitación de estas, se introdujeron en las misas y celebraciones litúrgicas navideñas, en forma de tropos dialogados que muchos estudiosos consideran como el origen de los dramas litúrgicos navideños denominados Officium Pastorum, cuyo contenido es el anuncio del nacimiento de Cristo hecho por los ángeles a los pastores, y la posterior adoración de éstos delante del pesebre, siguiendo el evangelio de Lucas 2, 7-20.

4. Los Evangelios Canónicos de la Infancia, los Evangelios Apócrifos y, especialmente, el evangelio del pseudo Tomás tratan los misterios de la infancia de Jesús y de allí están tomadas las escenas que vemos representadas en nuestros belenes de hoy en día. Será Tertuliano, en el siglo III, quien introduce algunas precisiones: así, por ejemplo, cambió el nombre de Magos por el de Reyes, y en el siglo IV el Papa San León Magno fue el que decidió fijar que fueran tres Reyes y uno de ellos negro, pues en los comienzos del cristianismo sólo se representaba el misterio con dos Magos. Pero sería en el siglo XII cuando, al buscar una aplicación catequética, la Iglesia implantó la mayoría de las iconografías de Cristo y su simbolismo. En el que alcanza al Misterio navideño, presentan a los tres Reyes Magos como símbolo de los Continentes de Asia, Europa y África. De ahí que Baltasar sea de raza negra y el portador de la mirra, que simboliza la presencia real de Jesús y su Naturaleza Humana. El oro simboliza su “estatus” Real; y el incienso, su Honor y Gloria. Esto se debió a un cambio dirigido por la Iglesia con el afán de universalizar el cristianismo y presentar a Jesús  como Salvador en todos los continentes y razas.

5. Siguiendo esta tradición, la Navidad es una buena noticia para los forjadores de sueños, para los que creemos que tras la noche incierta siempre hay un amanecer que contemplar, mientras el sol inunda de esperanza nuestra razón de ser. La alegría de poder sembrar cada mañana de soles nuevos, de racimos de nubes, y en las alas del viento navegar a un nuevo horizonte donde cabe un mundo mejor. No hay Navidad si nos quedamos sólo con la celebración de una liturgia o de una fiesta familiar o de otro tipo, sin tener presentes a los hombres y mujeres que sufren, luchan y mueren. El estar con los empobrecidos y los excluidos es la clave para vivir con lucidez y encontrar el sentido de la luz que nace en la Navidad. Quien es sensible al llanto de los pobres, muestra que lo humano anida en su fondo personal, que la solidaridad primera no murió en él. Para ir encontrando el verdadero sentido de la vida, hay que lanzarse a hacer de los intereses de los otros nuestros propios intereses. De esta manera la Navidad será una vivencia y no sólo un recuerdo. A lo largo de la vida tenemos que irnos identificando con la mirada de los vencidos, en la que alumbra el corazón de Dios.

Que la luz que vine de la Navidad disipe todas las tinieblas de nuestro corazón.