Conocer los motivos de fondo que impulsan nuestras decisiones para saber si somos dueños de nuestra vida o marionetas del entorno, es capital, ya que dichos motivos son el verdadero motor de nuestro actuar. Ademune los padresersaciones ctas. Eonto.e y, aselicidad de los dem. veleta cambia constantemente influenciada por el viento más, si lo que nos mueve es la fama, el dinero, el placer, el reconocimiento social, etc… nuestra personalidad estará lastrada por esas aspiraciones que obstaculizarán continuamente nuestra felicidad y minarán nuestra esperanza. Si los motivos de fondo son: mejorar yo para poder ayudar mejor a los demás, desarrollaremos en mayor profundidad nuestra personalidad y seremos un todo terreno para nuestra vida y la de los que nos rodean: felices nosotros… porque aspiramos a la felicidad de los otros.
Por eso, la mejor forma de ayudar a los hijos para que descubran cómo ser felices, es lograr que se paren a pensar. Y esto, presupone contemplar en la familia un tiempo para compartir, sin prisas, donde se escucha, se habla y se atiende y, así, aprenden: por qué cuando nos mostramos amables alentamos los esfuerzos de los que están a nuestro lado; por qué hacer las cosas que a una/uno le mandan; la trascendencia de hacer o no hacer sólo lo que me gusta; qué hacer para dominar los sentimientos -que son lo que con más fuerza nos impulsa a actuar- y no quedar a merced de ellos; por qué no conviene elegir siempre lo fácil, lo rápido y lo cómodo; por qué es capital contemplar unos límites que eviten que nos estropeemos… Y, lo más importante, con estas conversaciones les ayudaremos a descubrir por qué no es verdad que es más fácil, la vida fácil y regalada.
Termino con una reflexión: la educación de los hijos no se puede “reducir” a unos momentos puntuales que coincidan con un estado de ánimo positivo de los padres, una época crítica o con una situación conflictiva. La convivencia diaria ofrece muchas oportunidades para mantener una breve conversación y mostrarse abiertos en todo momento.
