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Fernando Bülhoes, el inicio de San Antonio

Vida de San Antonio

Existe el riesgo de pensar que Dios les ha dado, a estas personas, desde la cuna, unas gracias muy especiales y un entorno familiar y social, que ha favorecido una vida santidad, cercana a Dios. Sin duda, Dios coloca siempre en las almas de las personas todo lo que ellas poseen de cualidades y aptitudes, para enfrentar la vida y vivirla a mayor honra y gloria suya.

En el caso de San Antonio, Fernando Bülhoes, su nacimiento (15 de Agosto de 1195), en Lisboa, fue en el seno de una familia católica, perteneciente a la alta aristocracia portuguesa; fue el primogénito de Martín y María, vemos que Dios le había situado en un ambiente familiar y social favorable, para disfrutar de una formación religiosa y humana adecuadas, para llevar una vida conforme a los planes de Dios.

“Fernando iba a tener otras batallas para librar, más difíciles y delicadas, contra el pecado, el mal y la herejía de su tiempo. Batallas contra la esclavitud moral y espiritual.”[1]

Luchas espirituales

De joven, Fernando comprendió que tenía que apartarse de la compañía de algunos amigos, que no le iba a ayudar en su vida, para mantener su integridad moral. Asistía a la catequesis, que tenían lugar en la Catedral, cerca de su casa. La Catedral era un lugar de oración, al que acudía con frecuencia.

Vemos como a Fernando le valió esta formación cristiana y la devoción a la Virgen María, para prevenirle de los peligros de las amistades peligrosas; recordemos cuando de niño tenía la costumbre de bajar a jugar con sus amigos al puerto de Lisboa, hasta que comprendió los peligros que esas amistades podían acarrearle en la vida.

Su devoción a la Santísima Virgen María y el convencimiento de la eficacia de su intercesión, delante de Dios, le fue muy útil el día, en que estando en la Catedral de Lisboa se vio perturbado por una tentación; recurrió a la Virgen María, al tiempo que con sus dedos trazaba una cruz en la pared de la escalera que sube a la torre de la catedral; la tentación desapareció.

Cuando visitamos la Catedral de Lisboa, podemos ver la Cruz grabada en la pared, testimonio de lo que le ocurrió a San Antonio en su niñez.

Su vocación

 Nos cuentan los biógrafos del santo que visitaba con frecuencia el Monasterio San Vicente de Fora, llamado así porque se encontraba a las afueras de Lisboa, más arriba que la Catedral; en él estaba establecida una comunidad de Canónigos de San Agustín.

Fernando comprendía, escribe años más tarde, que: “Quién no se aleja del mal de la impureza, de la riqueza exagerada, se arriesga a perder todos los valores”.[2]

Para el joven Fernando se había abierto una disyuntiva, teniendo que decidir hacia dónde dirigir su vida. Decide rezar y esperar, con paciencia, alguna señal, que le ayude a escoger y decidir, con seguridad, su futuro.

En esta disyuntiva, cuando tomó la decisión de entrar en el Monasterio de San Vicente, tuvo que convencer a sus padres, que habían pensado en otro tipo de proyectos para su hijo primogénito.

Esta había sido su primera, que no la última, lucha interior en su vida, de la que había salido triunfante.

Ejemplo

Para los católicos, y no católicos, Fernando nos está mostrando unas directrices a seguir en nuestras vidas, si queremos mantenernos fieles a Dios:

  • Vida de oración, práctica de los sacramentos, devoción y confianza en la Santísima Virgen
  • Alejarnos de actividades peligrosas para nuestra vida moral y espiritual

Comité de Redacción


[1]Del libro “San Antonio, el santo del mundo”

[2] Ibídem