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Fátima, el desafío a la conversión

En la aparición de julio de 1917 Nuestra Señora dio a conocer a los pastorcitos el “Secreto de Fátima”. No se trata de tres secretos, sino uno sólo, con tres partes distintas y dadas a conocer en diferentes momentos. En 1941, en la “Tercera Memoria”, la hermana Lucía reveló las dos primeras partes: la visión del infierno y la devoción al Inmaculado Corazón de María. La tercera parte solamente se dio a conocer en el año 2000 y fue esta parte la que motivó más especulación a lo largo de los años, con innumerables intentos de adivinar su contenido. No es de extrañar, por tanto, que su publicación haya causado una considerable desilusión para muchos, que presumían ahí grandes revelaciones o incluso hasta la previsión del fin del mundo. Por eso que las especulaciones sobre un “cuarto secreto”, o si el secreto fue o no revelado en su totalidad, hayan continuado hasta la actualidad.

La tercera parte del “Secreto” fue escrita por la hermana Lucía en enero de 1944, en Tuy (España). El sobre lacrado fue guardado primero por el obispo de Leiria, que lo envió al Vaticano en 1957. En agosto de 1959, el sobre con la tercera parte del “Secreto de Fátima” fue entregado al Papa Juan XXIII, que lo leyó pero decidió no darlo a conocer. Lo mismo hizo el Papa Pablo VI, en 1965. El Papa Juan Pablo II, a su vez, pidió el sobre con la tercera parte del “Secreto” tras el atentado del 13 de mayo de 1981. La coincidencia del atentado con la fecha de la primera aparición de la Virgen en Fátima, le hizo interpretar lo sucedido y el hecho de haber sobrevivido como una muestra de la protección materna de Nuestra Señora. Cuando visitó Fátima por tercera vez, en el año 2000, con motivo de la beatificación de Francisco y Jacinta, Juan Pablo II decidió hacer pública esa parte del “Secreto”, por considerar que en su persona se había cumplido lo que ahí estaba anunciado por Nuestra Señora. Después de ese 13 de mayo de 2000, la Congregación para la Doctrina de la Fe publicó el texto de la tercera parte del Secreto. Posteriormente, la hermana Lucía confirmó que estaba ya revelado todo el “Secreto de Fátima”.

Persecución a la Iglesia

Esta tercera parte del Secreto habla de la persecución a la Iglesia a lo largo del siglo XX, del atentado contra la vida del Santo Padre y del futuro del mundo. El lenguaje que emplea es de tipo apocalíptico y simbólico, no siendo de inmediata ni fácil comprensión. Se trata de un lenguaje próximo al de las profecías bíblicas. Y, como profecía que es, no se puede leer como una previsión del futuro, un anuncio exacto de lo que va a ocurrir. La profecía no adivina el futuro: denuncia una situación y advierte de lo que puede ocurrir si no nos convertimos. Eso mismo afirma el Cardenal Ratzinger en su comentario a esta tercera parte del “Secreto”: “La imagen vista por los pastorcillos no es, absolutamente, una película anticipando el futuro, del que no se podría cambiar nada. El sentido de la visión no es, por tanto, el de mostrar una película sobre el futuro, fijo, irremediable, sino exactamente lo contrario: su sentido es movilizar las fuerzas de la enmienda hacia el bien.” De ahí que, según él, la palabra clave de esta tercera parte sea el triple grito: “¡Penitencia, Penitencia, Penitencia!”. “Penitencia” indica conversión, cambio de mentalidad y de vida, exterior e interior.

La conversión

La tercera parte del Secreto nos muestra que Dios está atento a la Historia, y contiene un desafío enorme: ¡la conversión!  Y de este modo, nos remite al cierne del Evangelio: la predicación de San Juan Bautista, de Jesús o, más tarde de San Pedro y de la Iglesia primitiva, nos orientan precisamente hacia la penitencia y conversión, con todo lo que eso implica.

Lo importante no son especulaciones sin fundamento. Lo importante es acoger esa gran llamada a la conversión. (Voz de Fátima 13-07-2013)