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El poder de la familia – sus personajes y roles –

Después de hacer la casa, me senté en el cuarto de estar, abrí el portátil… pero no me venía la inspiración.

Mi hija de 12 años, que estaba por ahí, viéndome divagar con la mirada. me dijo:  mamá, enciende la vela de la Virgen y ya verás cómo te sale. –Tenemos sobre una pequeña cómoda una imagen de la Milagrosa, y una velita al lado.

Mi fuente de inspiración

La verdad es que me sorprendió. Rezamos juntas la oración al Espíritu Santo que les he

enseñado: Ven Espíritu Santo, envía tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas… etc. Y puse de nuevo los dedos en el teclado. Seguían entumecidos… Tenía que concentrarme más para escucharlo. Y, entonces, me vinieron algunas ideas.

El año pasado tuvimos una inmensa dicha: los dos pequeños hicieron la Primera Comunión juntos, efectos de la pandemia.

Ha supuesto un gran gozo en la familia, que seguimos disfrutando. Ahora, los domingos, cuando vamos todos juntos a misa, sentados en el mismo banco, en la hora de la comunión me siento la mamá más orgullosa y feliz del mundo.

La familia es lo más maravilloso que existe. Jesús, Dios hecho hombre, vino al mundo, habitó entre nosotros, en el seno de una familia. Eso muestra lo importante que es la familia, el lugar preponderante que tiene en la sociedad y el misterio que encierra.

La familia que reza unida...

Por eso debemos cuidarla tanto. Cada uno tiene su papel en ella y la unión de todos le da la fuerza. Como proclamaba el Padre Peyton en su cruzada del rosario, “la familia que reza unida, permanece unida”. Tenemos un modelo a seguir: la Sagrada Familia. Como madre, siempre pienso en María, le pido que me guíe, que me ayude a llevar bien la casa, a educar los hijos, a tener paciencia con las cosas que a veces no entiendo, como ella lo hizo cuando no entendió, por ejemplo, la respuesta del Divino Infante, su Hijo, al encontrarlo en el Templo, después de haberlo perdido por varios días, discutiendo con los

doctores.

Angustias de una madre

¡Qué angustia la de cualquier madre que pierde a su hijo, aunque sea sólo un rato! Ella es el ejemplo para todas las madres. Somos las portadoras de la dulzura, las poseedoras de la paciencia, y las responsables de generar vínculos sanos entre los hijos. Tenemos la capacidad de conducirlos por el camino del bien, en un ambiente armónico, que nosotras mismas nos encargamos de mejorar, asear y adornar, que es hogar.

Pequeñas señales nos van guiando en nuestro trabajo, pequeñas señales que nos regocijan.

Un día Paquita, mi hija de 12 años, me dice: “Mamá, tener hermanos es como vivir con tus mejores amigos.”

En estas cosas chiquitas están todas las respuestas. Hay que detenerse unos instantes, en medio de la vorágine del día a día, para meditarlo y a agradecerlo. Me gusta hacerlo anotándolo, aunque sea desordenadamente, en hojas sueltas, al final del día, cuando dejo la casa recogida, en silencio, antes de irme a dormir.

Roles diversos

Cuando mi marido dice que se va a la cama, tarda 5 minutos en estar en ella, y 10 en dormirse. Las amas de casa, generalmente, cuando decimos que nos vamos a la cama, lo que hacemos es preparar mil cosas para el día siguiente: la mochila de los niños, con los

bocadillos, la ropa, las cosas del desayuno… y un largo etcétera hasta que se hace el silencio total.

El momento de escribir esas notas… No reclamo nada. No me importa. Estoy a gusto en mi papel de madre, que lo da todo, y un poco más.

La familia guarda un misterio para cada uno, al que debemos prestar atención. La familia es nuestro gran tesoro, en donde nos refugiamos, en donde nos reunimos para festejar o para consolarnos. Y unidos tenemos más fuerza. Por eso insisto en rezar en familia para permanecer unidos.